Mi estupor es tan profundo que siento que todo a mi alrededor ha desaparecido, que estoy solo en un mundo vacío y silencioso. Pero entonces, los gritos de guerra de los humanos rompen el silencio, y mi atención se vuelve hacia ellos. Siguen decididos a seguir con esta guerra, a pesar de que saben que no tienen ninguna posibilidad de ganar. La determinación en sus voces es admirable, pero también es inútil.
Un rugido salvaje se cuela por mi garganta, y sin dudarlo me lanzo hacia el soldado que está enfrente de mí. Mi cuerpo se mueve con una velocidad y una fuerza que no sabía que tenía, y en cuestión de segundos, el soldado está despedazado en el suelo. El resto de mis hombres siguen mi ejemplo, y se abalanzan contra los soldados de Dorian con una ferocidad que es casi palpable. Algunos de los soldados retroceden asustados, pero otros más osados siguen adelante, teniendo una muerte dolorosa y lenta.
La batalla es intensa y caótica, con gritos y rugidos que llenan el aire. Pero yo estoy