Siento cómo mis garras se clavan en las palmas de mis manos con una fuerza que parece ir en aumento, y el dolor agudo se mezcla con la sensación de mi propia sangre brotando lentamente. La presión es tan intensa que tengo que apoyarme en el suelo, estirando mi cuerpo en un intento desesperado por aliviar el tormento que me consume. Mis huesos siguen crujiendo y reacomodándose, como si mi cuerpo mismo estuviera siendo reescrito y rehecho de acuerdo a algún plan desconocido.
La sorpresa y la confusión se mezclan con el dolor mientras trato de recordar las notas de Ginebra, pero no hay ninguna mención de esta segunda transformación en la Luna de Sangre. ¿Cómo pudimos haber pasado por alto este detalle crucial? La realización llega demasiado tarde, y ahora solo puedo esperar a que el proceso termine y pueda evaluar el alcance de lo que hemos desatado. La información será crucial para las generaciones futuras, si es que logramos sobrevivir a este ordeal. La idea de pasar esta experiencia a