Con la curiosidad a flor de piel, pero con una cautela nacida del presentimiento, me acerco al altar con paso lento y calmado. No hay prisa, ya no. El peso en mi alma ha alterado mi percepción del tiempo, cada segundo se estira y se dilata, permitiéndome saborear la atmósfera enrarecida del lugar. Mis ojos, cual detectives del pasado, escudriñan los grabados de la piedra, intentando descifrar los secretos que encierran. Descubro con fascinación que son dibujos que narran la historia de un druida, un visionario que levantó este templo en honor a Chandra, una deidad cuyos misterios aún se resisten a ser desvelados. La piedra, bajo mis dedos, se siente fría y áspera, transmitiéndome una sensación de antigüedad y poder primigenio.Cuando finalmente estoy parado frente al altar, me detengo, conteniendo la respiración. Asomo suavemente la cabeza, como un explorador que se asoma al borde de un abismo, temeroso y fascinado por lo que pueda encontrar en la oscuridad. Y entonces, mis ojos se ab
En el transcurso de varios años trabajamos en el templo, con una dedicación que rayaba en la obsesión. No era solo una reconstrucción física, sino una restauración del alma de nuestro pueblo. Queríamos que cada rincón de este lugar respirara la magnificencia de Chandra, pero en mis adentro tambien deseaba que fuera un lugar digno para el cuerpo de mi Ginebra. Durante ese tiempo, hemos estado rezando a Chandra, buscando consuelo y guía en su divinidad, hasta el chamán de nuestra aldea sintió la llamada de este lugar y viajó hasta acá, instalándose en estas tierras para dar las misas en honor a Chandra. Su presencia trajo consigo una sensación de paz y renovación, y poco a poco, la vida comenzó a florecer de nuevo en los alrededores del templo, provocando que el bosque se hiciera más verde, con árboles frondosos y llenos de vitalidad. Los cultivos, antes raquíticos y escasos, comenzaron a brotar con una abundancia que nunca habíamos visto, alimentando a nuestra gente y llenando nuestros
Mis ojos no pueden apartarse de tal bestia tan majestuosa. Es una visión que trasciende lo terrenal, un ser imponente y etéreo que parece estar hecho de la misma esencia de la noche. Su pelaje, de un negro profundo e intenso, brilla con reflejos plateados a la luz de la luna, y sus ojos, dos orbes dorados y penetrantes, irradian una sabiduría ancestral. No es solo su belleza lo que me cautiva, sino la tranquilidad que emana de él. Es un espíritu que desborda tranquilidad y serenidad, una sensación de paz inefable que se instala en mi corazón y aquieta mi alma. Algo en esa criatura me es familiar, una reminiscencia de algo olvidado pero profundamente amado. Y de tan solo verla, siento que mi corazón junto con mi respiración se agita, pero no de miedo, sino de una emoción indescriptible, una mezcla de asombro, gratitud y una alegría que creí perdida para siempre. Unas pequeñas lágrimas, cálidas y sinceras, comienzan a caer por mis mejillas, resbalando por mi rostro mientras mis labios,
Frunzo el ceño, confundido y asombrado, al ver que tanto en las paredes como en el techo han aparecido pinturas... Pero no cualquier tipo de pinturas, sino frescos intrincados y vibrantes que cuentan una historia, una epopeya cósmica plasmada en trazos de luz y color. En la pintura del techo, logro distinguir la figura imponente de Chandra, el dios creador, dando forma al mundo con un gesto majestuoso, para luego crear a su señora esposa, la diosa del sol, Nebesa. Mi concentración se ve bruscamente interrumpida cuando escucho jadeos de sorpresa y exclamaciones de asombro provenientes de mi gente. Sus voces, cargadas de incredulidad y temor reverente, me devuelven a la realidad. Enseguida regreso la vista al altar y veo que las raíces que aprisionaban a Ginebra se extienden ahora fuera de él, como tentáculos que se arrastran por el suelo, liberando su cuerpo de su prisión pétrea.—¡Ginebra! — Grité con fuerza mientras corría hacia ella, estoy aterrado de que le sucediera algo a su cuerp
Hombres lobos, son unas criaturas bastante fascinantes desde mi punto de vista, para muchos son seres que merecen ser alejados de los asentamientos humanos y de preferencia, no tratar con ellos ya que tienen muy mala fama de ser explosivos y de mal carácter. Yo nunca he conocido a uno, así que no sabría decir si esto es cierto o no y no puedo negar que tengo ganas de conocer a uno. Algunas de mis conocidas han creado un aura de misticismo y erotismo alrededor de estos seres ¡Y NO ES PARA MENOS! porque otra de las cosas que se dicen de ellos, es que sus hombres son todos unos dioses en la cama; Pfff... desde mi punto de vista, lo que me llama la atención de ellos es la forma en cómo pasan desapercibidos para nosotros los humanos si así lo desean, además de que son demasiado longevos.En el caso de mis padres, ellos les tienen terror y entran en pánico cuando escuchan que hay un clan está cerca del reino, su miedo no es simple fundamento, sino que... hace muchos años atrás, la pequeña a
Alessio.La noche anterior.Estoy harto de despertar todos los días solo, últimamente ninguna de mis amantes me llena como antes y eso me frustra aún más. Como todas las noches, me encuentro en mi habitación con mi amante predilecta, Silva.Ella es una mujer muy hermosa, arrebata la mirada de cualquier persona que la vea, su cuerpo está muy bien definido, además de que sus atributos son muy generosos. Cada vez que la embisto, sus perfectos senos rebotan una y otra vez, su piel es suave y tersa, sus labios son carnosos y rosados, muy apetecibles.Una vez que hemos terminado, me tumbo sobre mi lado de la cama, ella se acomoda sobre mí como siempre y recorre mi torso con una de sus manos, para después depositar algunos besos, volteo a verla y ella me dedica una enorme sonrisa. Se ve completamente satisfecha.—¿Qué tienes, querido? Te noto... distante.—Estoy bien, ahora vete... que mañana tengo mucho que hacer.Ella se sube encima de mí y deposita pequeños besos en mis labios, mueve sus
Ginebra.Nos avisan que el rey nos espera en la sala principal, todavía me siento un poco aturdida ya que mientras estábamos de camino, me quedé dormida y por más que sacudo la cabeza, no puedo dejar de bostezar y mis ojos se cierran ¿Qué hora serán? Ya es muy tarde como para que siga despierta, espero que esto sea rápido y pueda volver a casa cuanto antes.Todas nos encaminamos hacia la sala principal, pero yo he decido ir atrás, mirando con atención a las mujeres, muchas de ellas tienen una postura recta y emanan aires de nobleza pese a que son de clase baja, ellas definitivamente están destinadas a la grandeza, se muestran muy seguras de sí mismas, es probable que el rey escoja a una de ellas, además de que son muy hermosas, con esas mejillas rosadas y esos labios rojos que parecen cerezas, también tienen un hermoso cabello, se nota que lo cuidan mucho. Por estar distraída viendo a esas bellas damas, tropiezo con mi propio pie; debo parecer una idiota. Afortunadamente, alguien me t
—Por cierto, me llamo Rosalía ¿Y tú?—Ginebra.—Un gusto Ginebra.—Lo mismo digo Rosalía, espero que después de esto podamos seguir hablando.—Me encantaría.Dejamos de conversar cuando escuchamos unos pasos muy firmes, curiosa, miro hacia la puerta y veo al rey entrar en la habitación, enseguida, su mirada se posa en las jóvenes que están al inicio de la fila y camina hacia ellas. Me asomo un poco y luego regreso a mi lugar, creí que toda esta presión me quitaría el sueño, incluso pensé que ya se me había pasado cuando me quedé hablando con Rosalía, pero estando parada y quieta, el cansancio me vuelve a invadir.Un bostezo, luego otro y otro, se me escapan y por más que trato de controlarme me es imposible hacerlo, vuelvo a asomarme para ver hasta dónde está el rey y me doy cuenta de que no ha llegado ni a la mitad, un resoplo se me escapa y me vuelvo a acomodar en mi lugar.Para tratar de distraerme, juego con mis manos, la falda de mi vestido, incluso con mi cabello, pero nada pare