~Alana~
La puerta fue abierta entre risas y juegos; a través de ella vi a Caesar y a Edward con dos enormes regalos.
—¿Qué tienen ahí?
—Ven y descúbrelo —dice Edward, abriendo la caja y sacando un encaje rojo que me hizo abrir la boca por lo descarado que es—. Es para tu noche de aniversario con mi compañero; debes verte sexy para que no se aburra.
Caesar estalló en carcajadas y Edward ya no resistió y hizo lo mismo.
Par de hombres. Agarré el maldito encaje y sin importar que estuviera arruinando mi vestido y mi maquillaje, me lancé encima a intentar ponérselo con todo y su maldito traje.
Así fue como nos encontró Walker, en una bola desordenada.
Mi cabello hecho un nido de pájaros, mi labial corrido y mi vestido fuera de su lugar. Edward, por otro lado, tenía el puto hilo sobre su cabeza y los ligeros en el cuello; su corbata había desaparecido y tenía toda la camisa arrugada.
Caesar tampoco se había salvado; el desgraciado tenía la caja metida en la boca junto con una prenda