A veces, las mujeres te ponen de mal humor con lo que dicen.
—¿A dónde me vas a llevar? —Marina lo miró con algo de miedo al ver su actitud.
—¡A casa!
El auto llegó a su destino. Aunque Marina estaba borracha, todavía podía reconocer su casa.
—Ricardo, ¡esta no es mi casa, ¿dónde estamos? ¡Llévame a casa!
Ricardo bajó del auto, desabrochó el cinturón de seguridad de Marina y le dijo:
—¡Mi casa es tu casa!
Dicho esto, la tomó de la mano con fuerza y la llevó hacia su casa mientras ella tambaleaba, sin poder caminar en línea recta.
—Ricardo, te metes con otras mujeres ¡Y ahora me traes a tu casa! ¡Suéltame! —Marina protestó.
—No he estado con nadie más, solo a ti, ¡solo te quiero a ti!
—¡No te creo!
—Ven a mi casa, y te lo demostraré.
—¡¿A quién le importa?!
—¡A mí!
Ricardo abrió la puerta de su casa y, sin pensarlo, besó a Marina, que estaba completamente borracha.
Después del primer beso, a Marina le quedó gustando el sabor de sus labios. Era dulce y adictivo. Sin pensarlo más, empujó