—Sigue intentando reducir marchas. Activa la ubicación del celular, y comparte la localización. Busca una calle con poco tráfico y áreas verdes —César hablaba con calma, y luego agregó:
—No tengas miedo. Todo va a salir bien. ¡Te lo prometo!
Del otro lado, Perla seguía en silencio. No sabía qué contestar.
Pero su instinto seguía funcionando, y pronto ambos compartieron ubicación.
César veía en la pantalla la ubicación de Perla y le decía a Rajiv que pisara más el acelerador.
Por suerte era de noche y no había muchos carros en la calle.
Perla apretó el volante con fuerza. El olor raro dentro del carro se hacía cada vez más insoportable.
En la pantalla, César también se acercaba cada vez más.
Mientras conducía, buscaba en su cabeza alguna calle en subida que estuviera cerca.
Con voz seria advirtió:
—¡César, no me sigas tan cerca! ¡Mi carro puede explotar en cualquier momento! ¡No seas imbécil!
Un mal presentimiento le llenaba el pecho.
Ese olor tan fuerte…
Si algo le pasaba, ¿qué sería d