—¿Hermana, ¿por qué no salimos a cenar nosotros también? —sugirió Álvaro.
William estaba trabajando horas extra, Marina no estaba en casa, y solo quedaban ellos cuatro. Andi se emocionó al instante, y Orión también mostró interés. Perla asintió, aceptando la propuesta.
Los cuatro salieron. Cuando llegaron al restaurante, se toparon con uno de los artistas de la exposición.
—¡Perla, qué coincidencia! ¿También viniste aquí? ¿Y él es...? —dijo, mirando curioso a Álvaro, qué estaba al lado de ella con los niños.
Perla, apurada por evitar malentendidos, aclaró rápidamente:
—Es mi hermano. El tío de los niños.
—Ahhh, ya veo —respondió el hombre, sonriendo y agachándose para ver a los pequeños.
—¿Gemelos? ¡Perla, eres muy afortunada!
Los niños le parecían algo familiares. ¿Dónde los había visto antes? No lograba recordarlo…
Perla sonrió cortésmente, sin ganas de seguir la charla. Respondió con una frase rápida y luego llevó a los niños adentro. Por si acaso se encontraban con alguien más, pid