Capítulo 418
Orión: …

¿Cómo podía su hermanito ser tan inteligente y tan tonto al mismo tiempo?

Al día siguiente.

Perla seguía ocupada en el salón de exposiciones. Al mediodía, otra vez recibió un almuerzo de lujo, acompañado de flores y una malteada especial.

Las personas que también habían recibido almuerzo no tardaron en acercarse a agradecerle:

—Perla, tu esposo es un amor. Todos los días te manda el almuerzo, ¡y hasta se acuerda de nosotros! Muchas gracias, mándale mil gracias.

—Y hasta te mandó flores y una malteada para ti. Estar casado y con hijos, ¡y aún ser así de romántico! Hasta me está dando envidia ja, ja.

Los halagos no paraban, pero Perla no paraba de hacer mala cara con disimulo. Todo lo contrario, una rabia silenciosa la quemaba por dentro.

Entró al pasillo de seguridad, donde no había nadie, y marcó el número de César. Apenas contestó, le dijo con furia:

—¿¡Puedes dejar de mandarme maldita comida, César!? ¿Tienes idea de lo molesto que es esto? ¿No sabes todos los problemas que
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