—Todavía no he hablado con mi familia sobre nuestro matrimonio. Pero mis papás ya conocieron a Marina y les cayó muy bien —respondió Ricardo sinceramente. No mencionó que había sido Marina la que le pidió mantener el matrimonio en secreto.
Era su esposa, y claro, él tenía que protegerla. No podía echarla a botes con sus hermanos.
Temiendo que Álvaro siguiera buscando excusas para molestarlo, Ricardo sacó el acuerdo matrimonial que había preparado y lo puso sobre la mesa frente a William.
—Este es el compromiso y la garantía que le hago a Marina. Si después del matrimonio hago algo que la lastime, todos mis bienes pasarán a su nombre, y me iré con las manos vacías. El documento ya lo legalizó mi abogado hoy, y entra en vigor de inmediato —dijo Ricardo en tono serio.
William lo tomó y lo revisó. El contenido era tal como él decía. En ese momento, su impresión sobre Ricardo era bastante buena.
Marina reprimió una sonrisa, llena de amor, y miró a Ricardo con orgullo y ternura.
¡Su esposo e