Marina se apuró a ir a abrir la puerta, pero apenas dio un paso, Perla levantó la mano para detenerla. Le lanzó una mirada seria, y Marina sin querer bajó la cabeza, con cara sumisa.
La señora de la casa fue la que abrió la puerta, mientras William se levantaba para recibir a la visita.
—Hola, un gusto —saludó Ricardo, algo nervioso cuando la puerta se abrió.
La señora de la casa respondió con una sonrisa y se hizo a un lado para dejarlo pasar.
Ricardo llevaba las manos llenas de regalos. Al ver esto, ella fue a ayudar.
—Todavía hay más afuera, son bastantes —dijo él, algo avergonzado.
Ella se asomó y vio que los escalones de la entrada estaban llenos de cajas de regalos.
—Pase, señor Meyer, ya mando a alguien por ellas —dijo con una sonrisa, haciendo un gesto con la mano.
Varias trabajadoras vinieron enseguida.
Ricardo fue llevado hasta la sala, y no esperaba encontrarse allí con William.
Ya estaba listo para ver a Lorena, pero encontrarse con él fue una sorpresa.
—Por favor, tome asi