El chisme era sin duda más importante que su trabajo.
Clara pasó junto a los escritorios y golpeó uno con los nudillos, con voz seria:
—¿Siguen mirando? ¿No temen que el presidente aparezca de repente y les dé más trabajo?
—Je,je… —Una de las secretarias se rio con incomodidad.
—No estamos haciendo nada. Ya me pongo a trabajar. De hecho, este fin de semana planeo salir con mi hijo.
Dicho esto, regresó a su puesto y comenzó a revisar los documentos del día.
Clara tomó su taza de agua y volvió a su oficina, pero antes echó un vistazo rápido al despacho del presidente.
¿Quién era ese niño y como estaba relacionado con César?
Dentro de la oficina, César dejó a Andi sobre el sofá.
El pequeño se quitó la mochila y sacó una caja de regalo, entregándosela con una gran sonrisa.
—Tío César, esto es para ti. ¡Gracias por invitarme a comer la última vez! Mami dice que siempre hay que ser agradecidos.
Su voz infantil era pura y sincera, y la seriedad con la que entregaba el re