¿Natalia vino entonces a disculparse?
Que ocasión tan Increíble.
¿No se había negado rotundamente ayer?
Perla bajó la vista por un momento y luego dio media vuelta para volver a la sala.
—Déjalas pasar.
En la sala, Perla usó el asiento principal, mientras Bianca y Natalia se sentaron abajo.
Las empleadas sirvieron el café antes de que comenzaran a hablar.
—¡Ay, señorita Perla, qué bonita es la decoración de su casa! Tiene un aire tan acogedor y artístico. Es como estar en un palacio. —Bianca miró alrededor, buscando algo con que romper el hielo e iniciar la conversación.
Luego, con una sonrisa falsa, preguntó:
—¿El señor William no está en casa?
Perla la miró sin mostrar emoción y sin intención de responder.
—Si la señora Bianca tiene algo que decir, mejor vaya al grano.
—Je,je… —Bianca se rio con nervios y bajó la cabeza un momento.
—Verá, después de la fiesta de anoche, investigamos bien lo que pasó y descubrimos que, en efecto, mi hija cometió un error. Fue e