En el salón principal de la fiesta, Perla caminaba elegantemente junto a William. Muchos invitados se acercaban a saludar a William, y ella respondía moviendo la cabeza con tranquilidad, siempre manteniendo una actitud discreta. Al principio, estaba preocupada por la posibilidad de encontrarse con alguien conocido, pero pronto se dio cuenta de que no tenía razones para eso. Nunca había tenido contacto con la alta sociedad de Playa Escondida. A excepción de William, no conocía a nadie en esa reunión.
Cuando la noche avanzó y las copas se llenaron, las conversaciones se hicieron más fluidas. Un funcionario del gobierno se acercó y le dijo a William con una sonrisa:
—Señor William, qué suerte tiene usted. No solo ha logrado el éxito en los negocios, sino que también tiene a su lado una mujer tan hermosa.
William respondió con calma, manteniendo una sonrisa educada:
—Es mi hermana menor. Esta noche solo me acompaña como mi acompañante.
El funcionario se rio, un poco incómodo, tratando