Cuando Lorena regresó a Conjunto Los Prados, César ya estaba sentado en el sofá de la sala, esperándola.
Levantó la vista del informe de noticias en su tablet y dijo:
—¿Regresaste? Lávate las manos y ven a comer. Doña Marta preparó costillas, tu comida favorita.
Cuando Lorena salió del baño, César ya estaba sentado en la mesa, habiendo apartado la silla a su lado.
Era obvio que la había preparado para ella. Lorena se acercó y se sentó.
César le sirvió dos costillas en su plato.
Lorena tomó un bocado de arroz, ignorando las costillas que él le había servido, y comenzó a tomar otros platos por su cuenta.
Si quería comer costillas, las tomaba ella misma, pero no tocaba las que él le había servido.
No tenía mucha hambre, así que después de comer un poco de arroz, dejó los cubiertos sobre la mesa.
—Terminé.
—Termina todo lo que te serví —dijo él, refiriéndose a la comida que le había puesto en el plato.
—Si no lo comes, nos vamos al dormitorio a bañarnos.
¿Y después del baño, qué?
Loren