Una cruel tortura.
Gia.
Nunca imaginé que mi vida pudiera tener un giro tan dramático en tan poco tiempo. Primero, la tragedia de Lev, su herencia para mí, y ahora, encontrarme hipnotizada por un hombre que me calienta desde dentro con cada mirada.
El roce de su mano se mueve ligeramente desde mi gargantilla tejida hasta el lóbulo de mi oreja, haciéndome cerrar los ojos mientras cada parte de mi cuerpo se eriza. Y luego, me encuentro conteniendo la respiración cuando lo siento aproximarse más. Pero no quiero verlo, siento que si lo hago voy a flaquear, y lo único que quiero ahora es… sentir.
¿Qué está haciendo este hombre conmigo? ¿Cómo es que puede causarme todo esto sin siquiera conocerlo?
Entonces mi cerebro mareado lo capta: es lo desconocido. Su misterio, su aura, su madurez, toda la sensualidad que desborda su presencia. Necesito este hombre haciendo todo lo que desee conmigo. Y sé que eso está muy mal.
—Mírame —ordena, con esa misma voz, pero sacudo la cabeza aun con los ojos cerrados, agitada,