La mansión de los secretos.
Gia.
Despierto con la suavidad de las sabanas de seda y el calor del cuerpo a mi lado. No quiero moverme mientras lo observo. Arthur Orlov se encuentra profundamente dormido. Emana una calma que me eriza. Jamás lo había visto tan relajado. Sus líneas de expresión tranquilas, lo hace ver más joven. Y no me sorprende que ni siquiera emita un sonido, porque es simplemente perfecto.
En algún punto después de encontrar el sueño profundo, nos separamos, y ahora descansa boca abajo, con el rostro viendo hacia mi dirección. Su mano derecha posada en mi hombro, me hace sonreír. Es como si aún dormido quisiera asegurarse de que no me iré.
La habitación es oscura en sí, por sus tonos negros; sin embargo, hay un candelabro en medio, cálido, que está encendido desde que llegué. Como no hay acceso hacia fuera por las cortinas negras, me comienzo a preguntar qué hora es.
¡La entrevista! ¡Demonios! ¡La entrevista!
Mi corazón se acelera porque sería la primera vez que quedaría mal con un compromiso. Mi