Maximiliano
Los días que siguieron a mi tensa visita al apartamento de Sofía transcurrieron con una calma superficial. Intentaba no pensar demasiado en la frialdad de su mirada, por mi rotundo rechazo a cualquier intento de acercamiento que no estuviera relacionado con Mateo. Me aferraba a la calidez de Clara, a la normalidad y la relación sana que estábamos construyendo juntos, aunque fuera en apartamentos separados. Eso pronto lo iba a cambiar.
Sin embargo, una sutil inquietud se había instalado en algún rincón de mi mente. Había algo en la forma en que Sofía me había despedido, una mezcla de rabia que se notaba mantenía contenida y al mismo tiempo una extraña satisfacción, que no terminaba de encajar. Su negativa a que viera a Mateo, alegando que estaba dormido cuando sabía perfectamente que no era cierto... ¡Se escuchaba ruido desde su habitación! todo dejaba un regusto amargo, ella me iba a dar por dónde me dolía y era alejarme de mi hijo.
Aunque yo no fuera su padre biológico,