Grace
Estaba sentada frente a la pantalla de mi laptop, en la gran sala de la casa de los Langford, cuando el profesor nuevo, comenzó su clase. Era joven —bueno, más joven de lo que esperaba—, con esa apariencia despreocupada de alguien que sabía exactamente el efecto que causaba. El cabello oscuro ligeramente despeinado, una sonrisa fácil y una voz tan segura que era imposible no prestarle atención.
No había pasado más de media hora de clase cuando decidí que no podía seguir engañándome. El máster de negocios era increíble, sí, pero… mi corazón no estaba en eso. No del todo.
Suspiré, mordiéndome el labio. Estaba dividida.
Al final de la clase, tomé valor y levanté la mano justo cuando los demás ya empezaban a cerrar sesión.
—¿Profesor Gallagher? ¿Podría hacerle una pregunta rápida antes de que se retire?
Él sonrió de esa manera encantadora que seguro rompía corazones por toda Europa.
—Por supuesto, Grace. Dime.
Me acerqué a la cámara, como si eso hiciera la conversación más privada,