Vladimir Sokolov
Cuando llegué a Nueva York, fui directo al hospital, donde se encontraba Sarah. Me da igual si su padre se opone, no pienso abandonarla, me necesita ahora. Ella me necesita y no voy a estar junto a ella.
Cuando llegué, sus padres estaban sentados en la sala de espera. No estaban solos, también estaba su amiga. Ninguno notó mi presencia, estaban tan metidos en lo suyo, que no me notaron. Me fui acercando hasta que la joven me notó, sus ojos me miraron con sorpresa y luego miró al matrimonio. Ella sabía lo que iba a ocurrir cuando él me viera.
—Buenos días. — mi voz, captó la atención del matrimonio. El hombre al verme, me mató con la mirada.
—¡¿Qué haces aquí?! — exclamó enfrentándose a mí. —Te prohibi ver a mi hija.
—Usted no tiene derecho a prohibirme nada. — contraataque. —Yo voy a salvar a su hija, señor Brown.
—¿Tú vas a salvarla? No me hagas reír. — se carcajeó. —Tú serás su tumba.
—¿Donde puedo ver al doctor? — ignoré su comentario y miré a la señora.
—En re