Elise
—No, tengo que dar el concierto —dije indignada—. Me siento bien, de verdad.
—No, Elise, tuviste un ataque —me respondió Alessio, con quien estaba encerrada en el baño discutiendo el asunto—. No me puedo arriesgar a que te pase algo más.
—¿Crees que voy a alucinar?
—Sí, eso es lo que creo —contestó—. Necesitas descansar, no has parado ni un segundo.
Alessio me tomó del rostro y me miró a los ojos. Durante un instante, sentí un impulso de apartarlo por la molestia que me generaba, pero terminé sonriendo. Él solo se comportaba así cuando realmente se preocupaba por mí.
—Está bien —asentí—. Te haré caso, mi amor.
—Gracias —murmuró, besando mi frente—. Te amo y solo quiero que estés bien. Sé que te frustra no poder dar este concierto, pero verás que, si descansas, no volverá a pasar.
—Eso espero —suspiré—. Tengo mucho miedo de que se repita.
—No va a pasar —dijo abrazándome—. Pero si llegara a suceder, sabes que estoy aquí, al final del camino. No dejaré que tu mente te haga daño.
—