Elise
Años antes
Andrei, al mutilarme el dedo, no solo me había arrancado una parte del cuerpo, sino también de mi espíritu rebelde, ese que quería ir en contra de las imposiciones. Nunca había estado en contra de las reglas, y jamás me habría molestado seguirlas dentro de una relación, pero una que yo eligiera, una en donde esa persona y yo estableciéramos acuerdos desde nuestras respectivas libertades.
Mi relación con Andrei era una cárcel en la que yo debía acatar todo cuanto me dijeran si es que quería ver de nuevo el amanecer y los preciosos ojos de mi bebé, que cada día se tornaban de un azul como el mío.
—Me encantaría tomarte fotos —susurré mientras lo arrullaba cerca del ventanal.
Como ex estudiante de medicina, sabía que exponer a los bebés directamente a los rayos del sol era dañino, pero por suerte el cristal nos protegía a ambos. Además, entraba una agradable luz tenue que parecía gustarle a Alistair.
—Eres toda mi vida —le dije, sonriendo.
Mi bebé me regaló una de