Andrei
Años antes
Todo había salido conforme a lo planeado, pero eso no quitaba la frustración que sentía por tener que posponer mi visita. Tenía que deshacerme de cada persona que había sido testigo de que me había llevado a Elise, y eso implicaba planear cuidadosamente cada asesinato para que pareciera un ajuste de cuentas.
Por eso había seleccionado a mis deudores más desesperados, incluyendo al médico y a la cocinera que la alimentarían hasta que pudiera aparecer.
Cada minuto de mis días lo pasaba fantaseando con la que habría sido mi cuñada si se hubiera ido a tiempo a Italia. Ahora sería mi mujer y la usaría hasta hartarme.
—Entiendo —dijo mi suegro cuando le hablé sobre lo que tendría que hacerse con los cuerpos—. La funeraria se encargará de todo.
—Gracias. Como siempre, usted es de mucha ayuda —le respondí.
—Te mentiría si dijera que no me ocasiona un sinsabor. Nunca me ha hecho un encargo tan grande. ¿Podría preguntarte si había alguna otra alternativa?
—No, no la había. Ello