C243: Un hueso duro de roer.
Jordan volvió a correr con renovado desespero, buscando una salida distinta, algo que se le hubiera pasado por alto. Pero justo al girar en una esquina, chocó de frente contra alguien. El golpe la lanzó al suelo, y al levantar la vista, lo vio: Zaid. Él la miró desde arriba, con una sonrisa torcida, como si hubiese estado esperándola todo ese tiempo.
—Parece que te perdiste —dijo él, extendiendo la comisura de sus labios con una expresión de burla.
Jordan se levantó de un salto, dio un paso hacia atrás y sin pensarlo dos veces levantó el arma y la apuntó directo al rostro de su captor. Zaid se detuvo, sin hacer ningún gesto de temor. No retrocedió ni levantó la voz. Simplemente alzó los brazos, aunque uno de ellos, donde debería haber una mano, terminaba en un muñón mal vendado.
—¡No te atrevas a moverte! —advirtió ella—. ¡O te juro que esta vez no será solo la mano! ¡Te volaré la cabeza!
Zaid la miró sin miedo, con una serenidad espeluznante.
—Por favor, Isabella... —articuló—. Tú y