La noticia (parte dos)

Arianna

Un poco después, Aquiles aminoró la velocidad, maniobrando para estacionar entre un Honda y un Audi aparcados frente al edificio del grupo Carissino. Luego, dejó caer la cabeza contra el volante, mientras intentaba respirar para mantenerse en calma.

Tenía los músculos de las piernas agarrotados y me dolían los brazos, por eso no fui capaz de reaccionar cuando lo vi levantarse de pronto y salir del auto como un huracán.

Él se pasó la mano por el pelo y se paseó de un lado al otro. Al principio parecía que su enojo era frío y calmado, aunque pronto me dio la sensación que se encontraba a punto de estallar como una válvula de presión. Así que, haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad, salí del auto para obligarlo a hablar conmigo.

—¡Puedes parar de caminar de un lado al otro de una vez y decirme lo que sea que estés pensando! —Lo enfrente.

Se detuvo, bufando como un potro salvaje a punto de lanzar una patada mortal. Y no pude evitar parpadear ante la dureza de sus
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