Luego de pasar más de dos horas pensando sin parar en una manera de salir de esa casa sin que nadie la detuviera. Una solución pareció aparecer delante de sus ojos.
Ernesto.
Desde la ventana de su habitación, Valeria observó al hombre aproximarse a su auto. Un lujoso Mercedes. Lleva su traje a medida, perfectamente arreglado, seguramente para asistir a la oficina, como solía hacerlo.
Él era jefe allí, mandaba incluso más que Enzo, así que nadie le impediría que la llevara con él. Solamente necesitaba convencerlo.
Rápidamente, se despegó de la ventana y salió de la habitación con pasos apresurados. Su barriga de casi cinco meses pesaba demasiado y no era para menos, tenía a tres preciosas bebés dentro de sí. Aun así, esto no fue un impedimento para que ejerciera un pequeño trote hasta la entrada.
Al salir, se encontró con Ernesto, cerrando la puerta de su auto. Pero no podía dejar que se fuera sin llevarla. Así que corrió aún más rápido, sus piernas estaban temblorosas y su respira