Valeria no supo qué sentir ante la información dada por la empleada.
Eloísa Russo, esa mujer que había sido la prometida de Enzo y ahora quería verla, ¿qué significaba?
Trató de serenarse, tomándose unos minutos para verse en el espejo y mejorar su apariencia lo mejor posible. Esos últimos días no había salido de su habitación, debido a que seguía sintiéndose en una especie de prisión. Nadie en esa casa la quería. Y prefería ahorrarse los malos tratos de Olivia, razón por la cual, a duras penas, había logrado salir en la noche a dar un pequeño paseo en el jardín.
Tampoco sabía nada de Enzo y estaba bien así; ya estaba claro que aquel no sería un matrimonio tradicional.
En fin, trató de calmar sus nervios y salió de la habitación, con el mentón en alto. No debía de ocultarse. No había hecho nada malo.
Al llegar a la sala, se encontró con Olivia y Eloísa tomando té. Ambas se veían de lo más amigables. Era como si se conocieran de toda la vida y no lo dudaba; después de todo, aquella