Francisco estaba diferente desde entonces y no dejaba de preguntarse si había cometido un error al contarle sobre Erick.
Claramente, este cambio era bastante sutil. No había dejado de darle detalles, ni de hablarle con palabras bonitas. Sin embargo, sus ojos ahora la miraban con un rastro de duda. Era como si al verla, su mente se estuviera cuestionando si sus sentimientos hacia él eran reales.
Había tratado de demostrarle que sí, que iba en serio en esta relación.
Por eso había aceptado la propuesta de sus hermanas y se habían reunido todos en la casa de su padre.
Cargar a sus sobrinos fue un momento especial, sobre todo porque en esos breves instantes la mirada de Francisco no era de cuestionamiento o de duda; era de algo más…
De regreso a casa, había planteado la idea de adoptar un perro juntos. No sabía por qué lo hizo; fue un impulso guiado por esa sensación de que necesitaban alguna otra conexión más allá del hecho de que estuvieran juntos.
Él bromeó sobre la custodia y quién se