En su mente, había deseado que Erick la tomara esa misma noche. Deseaba, anhelaba sentir las manos ásperas del hombre recorriendo su cuerpo.
Pero Erick no quiso tocarla, sabiendo que acababa de salir del hospital luego de haber sufrido múltiples heridas a causa de esos mafiosos.
En lugar de eso, se acostaron juntos en la cama.
La mano callosa del hombre le acarició la mejilla con dulzura. Tenía dedos gruesos y largos, lo suficientemente grandes como para cubrir casi por completo la totalidad de su rostro.
Era la primera vez que compartían la habitación así, sin amenazas. Así que era completamente normal que estuviera un poco nerviosa por la idea de estar acostados en la misma cama.
Para esta altura de la vida, sus hermanas ya estaban casadas y ella apenas le había dado un par de besos tímidos al hombre que consideraba ahora su pareja.
¿Era Erick Petrov su pareja?
La sola idea le hacía sonrojarse.
—¿En qué piensas? —Su voz de barítono le hizo estremecerse.
Su voz siempre tenía ese efec