Eva
—No me gustas y nunca me gustaste. Sabía que había algo extraño en ti, palidita —dije cruzada de brazos. La pequeña chica temblaba frente a nosotros. Se había amarrado un pañuelo en la cabeza, cubriendo su característico rubio muy claro. Tenía una mochila pequeña y ropa sencilla, preparada para vivir en el bosque. Pues esos debían ser sus planes.
—Cuéntanos, Connie, ¿qué sucede? ¿Por qué huías? —preguntaba Cachorrito.
—Porque es una espía, una niña cobarde que vendió a Damian. Y ni qué decir luego de que se enterara de que fuiste tú quien le contó a Pascal nuestros próximos movimientos —grité molesta.
—¡No soy una espía! ¡Fui obligada! ¡Jamás le haría daño a Damián! —exclamó de repente, su cara se enrojeció.
—Entonces cuéntanos —susurró el beta, y cuando ella lo miró se sonrojó aún más. No pude contener mi expresión agresiva, le mostré los colmillos y ella se agitó.
—Calma, es mi maldición, ¿recuerdas? No tienes tu mate, Connie. Lo que ves es solo una ilusión —susurraba Cachorrit