Eva
—¿Cómo que se te escapó, cerebrito? —le preguntaba al Duque mientras corríamos por los callejones de Ciudad Ónix. El collar de rubí ahora estaba en mi bolsillo; parecía latir, como si tuviera vida propia. Un recordatorio de que había alguien allá afuera que me buscaba... y al parecer, no para desearme suerte.
—La vi hablando con un hombre y… ¡se esfumó! —respondía angustiado. Se suponía que todos debíamos vigilarla, pero para ser una humana, era bastante escurridiza.
Cachorrito estaba como loco. Daba vueltas, gritaba, hablaba con los guerreros, pero nadie parecía haberla visto. Damián estaba peor, tuvieron que contenerlo porque se iba a levantar de la cama y abrirse todas las heridas.
—¿Quién era ese muchacho?
—Un humano —decía el Duque, sintiéndose culpable—. Debe ser de su pueblo.
—¡Sé dónde está un grupo de ellos! —respondió el beta, íbamos al lugar cuando escuchamos un grito.
—¡Es un ataque! —y empezamos a ver lobos corriendo entre los edificios, algunos iban por los techos