— ¿Quién eres? — cuestiono el viejo hombre mirando aquellos que brillaban como infernales llamas ardientes.
— Ah pasado tiempo mi señor, quizás demasiado, es natural que no me recuerde, después de todo, un simple niño al que culpo de lo que usted mismo hizo a su hija y fue descartado como un peón, nunca podría ser demasiado importante — dijo la voz de Eros que resonó en un sonido casi gutural demasiado siniestro.
El viejo tragó saliva, entendiendo bien la identidad de aquel que lo miraba con odio en medio de las sombras.
— Muchacho, mi querido joven Lambert, hacia mucho tiempo que no sabía de ti, podemos charlar esto de manera pacífica — dijo el viejo alcalde intentando alcanzar su desgastado rifle.
Eros sonrió, aquel infame, después de tantos años, había mencionado aquel apellido.
— Ese apellido...me trae nostalgia...son embargo, yo no soy un Lambert, ya no más, ahora mismo, soy Dagger — dijo Eros con una sonrisa.
— Dagger, un apellido importante, sin embargo muchacho, ambos sabemos