Apresurándose salió de sus habitaciones en dirección al ala donde se encontraba hospedada Juliette a encargarse el mismo del no deseado visitante nocturno.
Eros se sentó cómodamente en el único sofá que no había destrozado, mirando como la hermosa rubia que yacía en el suelo frente a él se tocaba la garganta intentando inhalar el tan preciado oxígeno que comenzaba a hacerle falta a sus pulmones cuando decidió soltarla.
— Soy muy tolerante amor, lo sabes, y también debes saber que por ti soy capaz de cualquier cosa, ¿te dejare las cosas claras de acuerdo? Vas a seguir con tu vida normal, seguirás siendo una socialite más en Le Rosey, seguirás con tu arte y veras a tus amigos como siempre, ¿es justo no lo crees? Sin embargo, nuestra relación comienza donde se quedó a partir de ahora, me he asegurado de estar presente en Le Rosey todas las noches, Helios Benjamín puede encargarse de mi padre en mi lugar y solo pretendo visitarlo algunas veces, no intentes huir, no servirá de nada, de mí