La mañana caía de nueva cuenta sobre la romántica Paris, la luz del sol bañaba a la torre Eiffel logrando que esta luciera aún más majestuosa, Juliette observaba aquel hermoso paisaje y lo plasmaba en el lienzo que pintaba observando con atención desde la vista que le obsequiaba su bien ubicada ventana, el olor a café aun inundaba cada rincón de aquel departamento y todo parecía estar en paz; Juliette no había logrado dormir demasiado, su cuerpo aún no se acostumbraba al nuevo horario, y, por ello, había pasado varias horas pintando para no sentir que desaprovechaba el tiempo.
Su reloj despertador resonó en medio del silencio, logrando asustarla un poco; se había llegado la hora de ir a su nuevo empleo, seria profesora de arte en Louvre ni más ni menos, aquel era un gran honor que el extravagante Fernand Beaumont le había concedido, alistando todas sus cosas, la hermosa artista salía en dirección al museo, donde también, ya se encontraban en exposición sus obras de arte.
Las personas