Capítulo 111.1- Infierno y Eden (1/4)

Acto I- Lobo del Infierno~

Con una última estocada, Ery eyacula nuevamente dentro de mí y me abraza por la espalda. Casi me deja sin aliento, siento como si quisiera salirme el alma por el pecho con esa última ola de embestidas que me llevaron hasta la cima.

—Terrence... No más.

— ¿Segura? “Ahí abajo” continúa fluyendo como si fuera una fuente inagotable.

Niego con la cabeza.

—No más... Descansar... —Apenas me quedan fuerzas para decir pocas palabras incompletas— ¡Aaahn~!

Ery mueve sus caderas, su miembro sigue dentro de mí.

—No... Aaaah... Más...

—Ya no haré más. Pero no lo sacaré, si lo hago mi semen saldrá por tu agujero y quiero que cada semilla mía entre a fecundarte.

Se ha tomado demasiado en serio el deber de tener un cachorro ¿Cómo puede hablar de esa forma tan vulgar y sexy a la vez sin morir de vergüenza? Cada vez que me dice sus palabras obscenas quisiera cubrirme el rostro.

—Cierto, si no concebimos uno pronto tendrán que exigirte que tomes a Freya.

—No, Cady. No lo hago por mero deber o por tener contento al consejo.

Besa mi cuello y amasa mis pechos pellizcando los pezones como si fueran ubres.

—Quiero un hijo. Uno que nazca de nuestro amor.

Él me agarra los pechos y los amasa antes de que pueda responderle lo que creo de esa palabra, sé que cree amarme, no dudo de ello después de todo lo que me contó sobre su pasado y él mismo pero…

—Ery... Aaah~ yo no...

—Ya lo sé. No me amas y crees que deberíamos ser amigos.

Vuelve a mover sus caderas y me penetra suave y lentamente.

—Pero dime, Cadenza… ¿Los amigos pueden estar unidos por el pene y coño de esta manera?

Gimo, la sensación es insoportable Pero adictiva.

Dentro de mí comienza a humedecerse justo donde estamos conectados y mi vientre comienza a arder. Me duele, esta sensación de deseo incompleto es demasiado para mí.

Como si algo me faltara, no entiendo qué me sucede estos días. Últimamente no puedo evitar sentir cierto aire de nostalgia.

—Ery, más rápido...Aaaah...

Él sigue con movimientos lentos que aumentan más mis ganas por atarlo y montarme sobre él para ir a la velocidad que desee y liberar todas mis ganas.

— ¿No somos “solo amigos”? No deberíamos estar cogiendo y haciendo el amor de esta forma---

Mis pensamientos en este momento se encuentran nublados, qué más da lo que dije o crea, igual haces lo que te da la gana y no me molesta porque me hace sentir demasiado bien.

— ¡Más fuerte! ¡Más rápido!

—Si eres honesta cumpliré con los mandatos de mi Luna.

—Folla...amigos. Hay amigos que... Si... Aaah~

Ery me da una nalgada y me embiste con más fuerza.

Si claro "Prometo que ya no lo haré más" puras mentiras "Solo lo dejaré adentro, no me moveré" ya sé que su pene tiene vida propia y nunca cumple sus promesas de detenerse, pero no me negué, porque tambien lo deseo. Aunque digo que no, mi cuerpo lo necesita como el aire.

—Somos esposos, incluso si no hay un amor recíproco entre los dos. Eres mía y yo soy tuyo. Esto—Me embiste con una sola estocada y se detiene—te pertenece también.

—Esposo... Aaaah... Dame más.

—Si dices al menos una de las palabras que quiero escuchar te lo haré hasta que no puedas levantarte mañana.

¿Qué palabra quiere escuchar? Puedo decirle lo que sea excepto esa palabra prohibida para mí.

—Dame más fuerte... Ca...riño.

Eso fue todo lo que me tomó decirle para que perdiera el control. Ery gruñe, me toma del muslo y lo abre sin dejar la posición de costado que tenemos.

Mi voz resuena en un grito, mis gemidos salen uno tras otro hasta que se unifican en una sola respiración, suave, como si saliera mi alma en forma de aire caliente por la boca.

Él me tortura en placer continuamente hasta que, finalmente, cierro los ojos y digo unas pocas palabras casi inaudibles.

"Terrence... Te q---"

Creo sentir un suave beso en el lóbulo de mi oreja y finalmente un "descansa" con su voz que me arrulla y me hace sentir caliente e inquieta a la vez.

***

Nuevamente al dormir, en el escenario de mis sueños, una sombra entre los asientos rojos aplaude al verme.

—Ese fue un maravilloso espectáculo, conejita.

No estoy segura de sí ese “espectáculo” al que se refiere es a todo ese jaleo con Lina y ese infiel de Billford o el sexo que acabamos de tener Ery y yo.

Espero que no sea voyerista y se refiera a lo primero.

Intento hablarle pero ninguna palabra sale por mi boca.

—Oh, lo siento, lo que diré es muy importante así que no me interrumpas.

Asiento en silencio, observo el escenario en el que me encuentro iluminada por un gran proyector. La sombra al fondo no tiene rostro pero puedo deducir que es una mujer.

— ¿Escuchaste lo que dije?

Niego con la cabeza.

—Dije que estás muy cerca de su sombra. Ya te descubrió así que debes apresurarte a encontrar los preceptos que restan antes de que comience la cacería—intento responder pero sigo sin poder hacerlo— Es mejor así, conejita. Acéptalo de una buena vez o será demasiado tarde.

¿Tarde para qué?

—Si así lo quieres… Hoy seré quien dirige la obra “Jardín del Edén Acto I”

¿Jardín de qué?

— ¡Acción!

Las luces se apagan abruptamente y con esa misma velocidad vuelven a encenderse. Veo todo a mí alrededor, parece mucho más grande que antes, el escenario ha desaparecido reemplazado por un aula escolar.

Alrededor de mi hay niños y niñas de unos 5 o 6 años de edad. Un timbre anuncia la hora del almuerzo mientras todos salen emocionados al patio.

No puede ser, dime que no es ese desagradable recuerdo…

Quiero negarme, decirle a esa persona extraña que detenga esto, pero sigue mi voz sellada.

—Que continúe el espectáculo, conejita.

De nuevo, como si hilos invisibles tomaran mi cuerpo y me guiaran por su cuenta, vuelvo a perder el sentido de mi misma y retomo el papel de una versión mía de menor edad, justamente en primer año de primaria.

En el aula los niños conversan entre ellos y dibujan mientras una pequeña niña, completamente alejada de los demás, termina de dibujar lo que parece un lobo.

Esa niña por supuesto soy yo.

—Terminé.

RIIIIING

Fue justo a tiempo pues acaba de sonar la campanilla que anuncia el recreo.

Los niños de inmediato salen de aula y se reúnen para jugar a la pelota o hacen de las suyas mientras camino tranquilamente hacia un lugar más alejado. Hoy es un día de vestimenta casual y llevo un vestido que mi abuela y mi madre tejieron con formas de fresas y hojas verdes. Mi cabello recogido en dos coletas cuyas puntas me hacen cosquillas en los hombros sobre los que columpian y rozan con mis saltos.

Cuando llego al fondo del patio veo lo que estaba buscando. Un niño de apariencia mayor a los demás quien siempre se encuentra callado con un libro en las manos.

Sus ojos son azules, pero no son claros como el cielo en la mañana sino de un tono oscuro y profundo, son el cielo nocturno y estrellado. Considero que sus ojos son bonitos, pero siempre parece estar triste. Su cabello también tiene un color bonito, parece chocolate amargo, antes no me gustaba porque lo amargo no es delicioso, pero un día probé un chocolate con jalea dulce dentro. Tal vez necesita un poco de dulzor.

Los otros niños dicen que es un niño mayor muy problemático pues es demasiado alto para tener 10 años como dice. Dicen entre rumores que tuvo que repetir el año una o dos veces y que en realidad debe tener 11 o 12 años.

Eso es imposible ¿cierto? Un niño tan mayor debería estar en secundaria. Solo es un poco más alto que los demás, no es para tanto.

Claro, el libro que tiene en la mano es un poco más complicado que los que leemos en el salón de clase o los que hay en la biblioteca llenos de ilustraciones y colores brillantes. Pero eso no es motivo para creerlo tan mayor como para pensar que no pertenece aquí.

Él es como un lobo y por ello le llaman “Wolf” no sé por qué le temen si los lobos son lindos.

A mí no me importa lo que dicen ellos, Más que aterrador parece estar solo igual que yo. No habla con nadie, ni siquiera con el único amigo que parece tener la valentía de acercarse. Su amigo también parece un poco más alto que los demás.

— ¿Por qué no le hablas, Fresas?

Dice una voz detrás de mí, volteo en seguida. Es Roberts, el niño que siempre está cerca de él pero hoy tiene curiosidad por mí.

—Parece enojado por algo…—Digo finalmente.

—Te diré un pequeño secreto, ven —Me hace señas y se acerca a mi oído— Hoy es su cumpleaños pero no puede celebrarlo.

— ¿Es su cumpleaños? ¿Por qué nadie lo celebra?

—Hmmm… Porque le tienen miedo a su respuesta— Dice el niño.

— ¿Es porque es como un “lobo”?

El niño responde con un “algo así” siendo ambiguo, para un niño esa palabra no existe así que eso me llena de curiosidad inmensa además de cierta empatía.

 Últimamente me he pasado dibujando lobos, pienso en él mientras lo hago, este último me pareció el mejor que he hecho desde entonces y quería enseñarle mi obra de arte. Las palabras de ese niño mayor que yo me han dado la valentía de hacerlo hoy. No tengo ningún regalo para darle ni mesada para comprar algo en la tienda especial para adquirir bocadillos. Solo tengo un dibujo del que me siento muy orgullosa porque es lo más bonito que hice.

—Feliz cumpleaños, Wolf.

Digo con mi mejor sonrisa para encontrarme por fin con esos ojos que me gustan mucho, mirándome, solo que su respuesta no es la que creí que tendría.

— ¿Quién se atrevió a decir eso?

Mi abuela me dijo una vez que las sonrisas pueden derretir el hielo en las personas, sonrío tanto como puedo sin dejar que el temor de hacerle enfadar me gane.

— ¿Qué quieres niña?

—Me gustan mucho los lobos y tu nombre es lobo, así que me gustas también— Le entrego el dibujo mientras me arquea la ceja, mi abuela me mintió, dijo que las sonrisas derriten el hielo en las personas.

—Si me vuelves a felicitar lo pagarás caro, niña.

¡GRAAAASH!

Él rasga el papel partiendo el dibujo en dos mitades perfectas. Incluso cuando rompe algo parece majestuoso como esos lobos en la televisión y los zoológicos.

—Además, qué te hace pensar que quiero algo tan feo.

¿Es porque no le gustan los lobos? Pero si siempre trae un libro sobre el comportamiento de los lobos en su mano, su amigo le llama “Wolf” y se parece mucho a un lindo lobo.

¿Entendí mal?

—Si no te gusta puedo hacerte algo más ¿Qué te gusta?

En lugar de responder me gruñe y tira ambas mitades en el suelo ¡Vaya, incluso gruñe como uno! En lugar de desalentarme, su gran parecido con los lobos me parece muy encantador.

—Si no te gustan los lobos puedo darte un dulce—Rebusco entre mis bolsillos— ¡Sí tenía uno!

Por supuesto, un chocolate amargo necesita de algo dulce para equilibrar.

Le muestro el dulce, aun con su envoltura de color rosado, él vuelve a gruñirme. Tal vez no le gustan las fresas o no sea de su agrado el color. Esta vez no espera a que le pregunte algo más, se da la vuelta dejándome sola.

— ¿De verdad no le gustan los lobos?

Pensé que al gustarnos a los dos los lobos teníamos mucho en común. Parece que no, abro el dulce y me lo como mientras me doy la vuelta y regreso a mi salón de clase pues ya terminó el descanso. A mí me parece delicioso, que extraño que no le guste.

—Oye, fresas ¿En dónde está mi dulce?

Otro niño alto se interpone en mi camino, a diferencia del niño que es agradable como un lobo, este tiene los ojos claros y su cabello rubio. Aunque parece un ángel es un demonio, siempre me molesta y verlo me da mala espina.

—Ya no tengo.

—Claro que tienes uno, puedes darme el de tu boca a mi boca.

Lo que dice me da mucho asco. Aunque solo tengo 6 años sé lo que es un beso, mi abuela me dijo que un beso es algo especial que se debe dar cuando conoces a la persona con la que te vas a casar. También me dice siempre que soy su esperanza, no sé lo que eso significa pero creo que se refiere a que no elija a alguien como mi papá. Mi papá siempre hace llorar a mi mamá, Prefiero un lobo fuerte y feroz que un niño que parece un falso ángel.

—Te daré uno mañana.

—No, quiero el que está en tu boca. Dámelo.

—Llegaré tarde, déjame---

— ¡Collins! ¿No escuchaste la campana? Vamos, que la maestra se enojará.

Es la voz de otro niño la que me ha salvado.

—Tch, mañana trae ese dulce o tendrás que darme lo que te pida.

Una vez se ha volteado lo miro con desprecio y le saco la lengua antes de darme la vuelta. Él es el hijo de un amigo de mi papá, la única vez que me defendí y lo golpee, mi papá me castigó severamente y mi mamá también lloró.

El resto de la clase transcurre entre matemáticas y mi mente divagando, pensando en el niño con nombre de lobo y qué le gustaría recibir.

Ah… es cierto, a los niños les gustan los aviones y los trenes. Tal vez eso le guste.

Mientras espero el llamado de mi familiar en la salida vuelvo a ver a ese niño llamado Wolf, espera junto a su amigo y este me hace señas.

Aún no he terminado el dibujo, niego con la cabeza y me alejo.

— ¿Ves que te has pasado, Wolf?

Dice Roberts detrás de mí.

Por fortuna mi abuela ha llegado temprano y corro a abrazarla. Mientras acurruco mi cabeza pienso si Wolf tiene alguien a quien abrazar como yo. Tal vez no tenga familia.

***

Al día siguiente nuevamente observo desde atrás del gran árbol a Wolf, lleva el mismo libro sobre el comportamiento de los lobos.

— ¿No vas a saludarlo, fresas?

—Ayer se enojó cuando me acerqué.

—Es porque lo felicitaste por su cumpleaños.

—Me dijiste que lo hiciera.

—Jamás te dije eso.

—……

—Bien, puede que me hayas entendido mal. Dije que "no puede celebrarlo" no que quiera, eso es porque su mamá murió el mismo día de su cumpleaños.

Quiero ignorarlo porque ese niño ya me engañó una vez y lo único que logré al hacerle caso fue que Wolf se enfadara. Pero, al escuchar su trágica historia, no puedo evitar conmoverme hasta los huesos.

¿No tiene mamá? Peor aún, ella murió cuando era su cumpleaños. Debe sentirse muy triste.

—Y Wolf solo tenía 5 años, al menos un año menos de los que tienes tú, Fresas.

—Deja de llamarme fresas. Tengo nombre.

—Te digo así porque siempre traes broches de fresas.

—Eso es porque a mi abuela le gustan.

En realidad mi abuela me da dulces de fresa porque son baratos y vienen muchos en una sola bolsa. Me gustan porque ella me los da, pero me gusta mucho más la miel de abeja aunque es más cara y la industrial no sabe tan deliciosa.

— ¿Entonces le hablarás?

—Si se enoja me enojaré contigo.

—Bien, pero si no lo hace vendrás a hacerle compañía todos los días

Al menos este niño mayor si es agradable no como ese abusivo. Esta mañana no había dulces en casa, espero que no haya asistido a clases hoy o me molestará.

—Buenos…—De inmediato el niño lobo me tiende algo y lo tomo con cuidado, es una caja con dulces.

—Ya no te debo nada.

— ¿Son caramelos?

— …. — No me responde.

—Gracias, me gustan mucho ¿Quieres compartir conmigo?

Niega con la cabeza sin hablarme.

—A Wolf no le gustan los caramelos ni los alimentos dulces.

¿De verdad? ¿A qué niño no le gustan? ¡De verdad es más extraño cada vez!

— ¿Entonces, qué te gusta?

—Le gusta el café— Responde su amigo por él.

Vaya, 10 años y toma café, es muy amargo… ¿Será que él en secreto es tan dulce que necesita lo desabrido y amargo del café? Busco entre la caja con caramelos que Wolf me acaba de dar y encuentro algunos de sabor café.

—Toma, todos estos son de café.

Tomo sus manos y le agrego un puñado de caramelos envueltos en color café y dorado, algunos de ellos caen de su mano al suelo mostrando el nombre del sabor “Besos de café”

—Ah, esos fueron muchos “besos” —Cuando digo eso Wolf parece reaccionar y me empuja, aunque parece enfadado no lo hace con mucha fuerza.

—No me toques.

Vaya, lo hice enfadar de nuevo. Deberían escribir un libro que diga en el título “Cómo no ofender a Wolf durante el recreo” Sería mucho más fácil. Aunque a mi edad sería un poquito dificil leerlo.

Antes de que se voltee y me deje sola alcanzo a gritarle si puedo volver mañana, por supuesto, no me responde.

Abrazo la caja con dulces que él me dio y pienso que si no respondió con un “no” entonces es un “tal vez” de nuevo suena la campana que da por terminado el receso y camino hacia mi salón.

— ¿Trajiste mis dulces, Fresas?—Es otra vez ese niño mayor que me molesta.

—Ten, ahora déjame pasar.

— ¿A dónde vas? Dame toda la caja.

—Puedo darte uno, dos o hasta tres si quieres. No te daré todos. —Son mi tesoro porque me los ha dado Wolf.

—Solo dame la caja, Dawson. Si tanto quieres dulces yo puedo darte todos los que quieras---

—Déjame…

— ¿Crees que yo necesito dulces? Lo que quiero es lo que me pertenece—Dice jaloneándome del brazo.

— ¡Déjame!

—Les dirás a todos que eres mi novia---

— ¡¿Qué?!

Sabía que el hijo del señor Collins era algo extraño pero nunca pensé que fuera un chiflado.

—Si eres mi novia voy a protegerte.

— ¡Quítate! ¡Llegaré tarde…!

—Collins, llegarás tarde— Dice la voz del mismo niño de la otra vez.

—Bury, no te metas.

—Ve a clase, Fresas—Me dice el mismo niño de ayer al que ahora llamaré mi salvavidas pues no me sé su nombre.

Si Wolf y su amigo me dicen fresas no me desagrada, si Collins lo hace es irritante.

***

Mi papá volvió a regañarme, rompió el dibujo que le había hecho a Wolf. Dijo que su socio le reclamó que traté mal a su hijo. Mi abuela no sabe que mi papá me regaña más seguido desde que mi mamá está en el hospital porque le dije algo muy malo. Le dije que el niño mayor quería que le diera mi caramelo desde mi boca. Ambos discutieron y mi mamá se golpeó por accidente en la cabeza.

Al igual que Wolf tampoco tengo una mamá con la que puedo contar porque es débil y siempre está triste.

Mi abuela va a visitarla al hospital y tengo que quedarme sola con mi papá, no me gusta eso. El día de hoy llevo un vestido de manga larga aunque hace calor.

— ¡Fresas!

—…..—

Wolf no habla mucho pero no me regaña por sentarme a comer mi almuerzo con ellos.

— ¿Un día me dejarás ver tu libro?

De inmediato me entrega su libro ¿Así de fácil era pedirlo?

El libro está lleno de palabras complicadas y algunas fotografías de lobos ¡Qué bonitos son! Me gustan los lupinos porque parecen perros y los perros son muy fieles, siempre protegen a su manada. Si tuviera un lobo nos defendería a mi abuela y a mí. Wolf es pequeño y sería todavía como un cachorro de lobo, no podría hacer mucho, aun así me agrada para que sea mi primer amigo.

 — ¿Quién? —Pregunta él y salto hacia atrás, me sorprende que hable.

— ¿Hmm?

Acerca con cuidado su mano y mira en mi mejilla, es el rasguño que me quedó con la caída de anoche cuando papá se enfadó conmigo.

—Fresas, tienes una gran hinchazón ahí ¿Quién te pegó? —Pregunta Roberts.

—Nadie…— Miento— Me caí.

El niño lobo me gruñe, toma su libro de vuelta arrebatándome este de las manos, camina a pasos firmes y pesados dejándonos atrás sin mirarme ni una sola vez.

—Muy mal, Fresas— Me dice Roberts negando con la cabeza— A Wolf no le agradan los mentirosos.

—…Mi papá…. —Respondo avergonzada—Fue porque me porté mal.

— ¿Portarte mal, tú? ¿Por qué?

—Un niño mayor aquí es hijo de su socio y…fui grosera…

Roberts arquea la ceja extrañado.

— ¿Tú? ¿Grosera?

—Quiere que sea su novia—muevo mis dedos con inquietud—le dije que no...

— ¡Válgame Dios! ¿Qué les enseñan a los niños de 6 años ahora?

El murmura algo como que los niños de mi edad no deberían pensar en cosas de adultos como ser novios o algo así. El mismo Roberts se ofrece a acompañarme hasta mi aula pues no quiero ir sola. Por suerte no vino Collins hoy y puedo regresar a clase tranquilamente.

Maika Maese

En el escenario de una sombra enigmática, Cady vuelve a representar un momento de su pasado, esta vez sobre aquel niño que lo cambió todo. Este capítulo se divide en distintos actos nuevamente desde la perspectiva de Cady y Ery. Mientras Cady sueña esos días en la primaria, Ery también tiene un sueño bastante vívido en los zapatos de "Él" quien también es un niño.

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