Inicio / Hombre lobo / Atrapada con el odioso protagonista: ¡Aléjate de mí, Alfa! / 110.3-En pocas palabras/ Ery Avery en escena 28 (3/3)
110.3-En pocas palabras/ Ery Avery en escena 28 (3/3)

Acto III- De frágil flor, una mala semilla.

Fueron más de 19 años en los que creí que nací como el engendro de la desgracia y el mal.

Desde el momento en que cruce hacia la vida y salí del vientre de mi madre, siendo tan solo un cachorro. Hice mal a la primer mujer importante de mi vida, durante el embarazo me alimenté de su vida dejándola completamente débil.

Aun así mi madre continuó "viva" por cinco años más.

Mi abuelo, Remery Avery, quien fue el Alfa anterior a mi padre y que se retiró de ser la cabeza como Alfa Remy, fue quien se hizo cargo de mí todos esos años.

Siempre aclaró que era mi abuelo y nunca permitió que lo tomara como un padre. Me llenó de afecto hasta donde su propia naturaleza pudo, tampoco era perfecto. No tenía la experiencia para educarme como hubiera deseado porque nunca se había hecho cargo siquiera de su propio hijo.

***

“¡No permitiré que cortes la piel de mi pareja!” Mi padre rugía con fuerza con el deseo sanguinario de destazar al mismo doctor que asistiría mi nacimiento.

“¡Alfa Sieg, es la única manera de evitar que el cachorro siga consumiendo la vida de nuestra Luna! Si permanece ahí más tiempo puede que ella mue---“

“¡Entonces hazlo, saca esa cosa de ahí! ¡Te lo advierto, no me importa lo que pase con ese engendro, si no la salvas te enterraré vivo!”

“Abriré su vientre, prepare la daga de plata, con su sangre la herida cerrará más pronto”

Cuando terminó de sacar mi cuerpo y cerró la herida tan rápido como pudo, Sieg usó su sangre y cargó a mi madre entre sus brazos. Ordenó al doctor llevarla a un lugar mejor que no oliera a sangre y muerte.

Fiel a su palabra, poco le importó el pequeño bulto que había dejado abandonado, aquel que se retorcía llorando con fuerza. Mi llamado fue lo suficiente para atraer a mi abuelo quien me levantó entre sus brazos brindándome su calor.

"Pobrecillo, solo cometiste el pecado de nacer de la raíz impura de este viejo Alfa estúpido. Perdóname, la desgracia te persigue por ser mi nieto y llevar mi sangre."

Mi abuelo limpio mi cuerpo manchado en sangre y placenta. Me arropó con cuidado y me acunó hasta que pude dejar de llorar, murmurando nuevamente entre lágrimas un “perdón” me dio un nombre.

"Te llamaré Terrence, porque de la tierra nace la vida de toda semilla. También te pondré Gian, para que la Diosa te bendiga y no arrastres la maldición que labré por mis actos estúpidos con tu padre"

Mi padre no quiso saber nada de mí, Remy no tenía cara para reclamarle su falta de cariño hacia su propio hijo, no después de que este lo había labrado de tal manera al odiarlo tras nacer en condiciones casi iguales a la mía.

Crecí sin conocer a mi madre y lo único cercano a un padre era mi abuelo. Pero él se negaba a que le llamara así, tampoco me dejaba llamarlo usando formalidades  así que le decía “Abuelo Remy”

En los días más tranquilos, cuando podíamos salir pues Sieg estaría lejos, me contaba un poco sobre mi madre. Nunca se negó a decirme lo que quisiera saber de ella pero tenía prohibido verla.

Decía que mi madre podía pintar cuadros hermosos, aunque estaba delicada de salud y había perdido el uso de sus piernas siempre se escabullía para continuar con sus cuadros. La única ventana a ella eran aquellas obras de arte que ella había pintado y se encontraban entre las paredes del gran edificio de la manada.

En una de esas ocasiones, siendo un cachorro que ya podía entender más su alrededor, me encontré con él. Sieg me pasó de largo pero su aura era intimidante.

Remy corrió hacia mí y me alejó del pasillo. Mientras yo temblaba de miedo, me aseguró que un día su hijo sería menos cara dura conmigo, solo debía darle tiempo.

***

"¿No puedo ver a mi mamá?" Pregunté a los tres años y medio.

Mi abuelo con una sonrisa que años después comprendí como culpa y lastima, acarició mi cabeza sin dejar de mirarme a los ojos.

"Tu madre está débil, un día cuando esté mejor y se recupere podrás verla."

"¿Por qué Etzel si puede ver a papá?"

Etzel, con solo nacer obtuvo la atención, el amor que nunca quisieron darme, celebraron su nacimiento y era querido por todos.

Era extraño porque decían que mi madre estaba enferma pero había una Luna perfectamente sana cargando a Etzel.

"Son preguntas con respuestas demasiado complicadas para ti, te lo diré algún día cuando seas mayor" Fue lo que respondíó mi abuelo antes de que me derrumbara por completo.

Lloré.

Después de todo era un cachorro y no podía comprender muchas cosas, pero comprendí que esa de ahí no era mi madre. También cuando vagaba por los pasillos para escabullirme y ver el cuadro en la pared, escuchaba lo que decían los sirvientes. No sabía lo que significaba cuando me llamaban “mala semilla” pero tenía noción de que era algo malo que había hecho por la forma en que lo decían.

"Abuelo ¿qué es una semilla y por qué dicen que Terrence es malo?"

Fue mi pregunta a los cuatro años.

"Una semilla es lo que inicia como vida. Tu vida. Nunca serás malo por nacer"

Hundí mi cabeza en su pecho. Eso me daba tranquilidad cuando mi padre se cruzaba conmigo y me ignoraba como si fuera un estorbo en su camino.

Entonces dejé de preguntar por mis padres. Las respuestas de mi abuelo aunque me reconfortaron un poco esos años, no hacían más que aumentar mis dudas y mi deseo de ser amado por ellos.

Entonces, una tarde de Mayo, precisamente el día de mi quinto cumpleaños, por primera vez me salté las reglas debido a que alguien me sembró la duda que rápidamente germinó con mi curiosidad.

"¿Por qué no tienes mamá y papá?"

Dijo una niña de cabellos como el oro y ojos azules como el cielo cuando su padre la trajo de visita. Parecía un ángel pero esa Freya Belcher es un condenado demonio.

"Tengo madre y padre" Le respondí molesto. Nunca le ha interesado tener tacto al decir las cosas, la primera impresión que tuve de ella fue que esa niña me odiaba como todos los demás

"Me dijeron que eres una mala semilla y no me acerque"

Ya sé que soy despreciado, hoy en día eso ya no me afecta pero el de ese momento era “Terrence” el cachorro sensible. Por ese tiempo mi abuelo me había dejado ser un debilucho y lloraba por todo, a escondidas, esa mañana no fue la excepción, sus palabras fueron demasiado para mí.

"Oh, no llores” Dijo acariciando mi cabeza mientras me tallaba mis ojos y quería evitarme escurrir mocos en el suelo “Yo creo que alguien hermoso como tú no puede ser malo ni peligroso"

Sollocé, limpié mi nariz con la manga de mi ropa y ella me sonrió. Se acercó a mí y por un momento breve en que me miró directo a los ojos me dijo algo que me impactó demasiado.

"Es a la muerte a quien deberían temerle" el brillo de sus ojos azules parecían de un verde venenoso mientras reía como si aquello fuera una conversación perfectamente natural entre dos cachorros saludables.

“Llamarte una mala semilla es desacreditar a un Dios y su poder”

Freya me suele llamar “Lobo malo” pero nunca me ha dicho que soy una mala semilla no porque sea amable conmigo sino porque cree que el ser nombrado así me queda demasiado grande.

"Perdone mi atrevimiento, futuro Alfa, soy muy sensible y puedo ver fantasmas. Uno de ellos dijo que llegó la hora. También me dijo que hoy es un día de muerte"

Freya a pesar de tan solo tener seis años era muy aterradora al hablar. Fue la primera vez que nos conocimos pero su forma de mencionar a la muerte, aunque parece algo de excéntricos, es algo que siempre he tomado con delicadeza desde entonces, sin importar si el lobo está saludable, Freya acierta de manera precisa cuando dice que va a morir.

"Tienes mamá. Ve a verla o será demasiado tarde cuando llegue su hora"

Te preguntarás por qué esa completa extraña pudo meterme la idea de por un solo día ignorar las reglas, es sencillo, nunca había visto a mi madre, mi abuelo me la describía cuando preguntaba sobre ella. Sabía que ella estaba aislada y que solo mi padre podía entrar ahí, la semilla de la curiosidad ya estaba ahí.

Me bastó con el permiso de un cachorro más para que finalmente me decidiera.

Esa tarde no había nadie cerca, recuerdo ese día que me acecha en sueños siempre que se acerca la fecha.

El cielo estaba un poco nublado o quizá estaba todo oscuro para mí, sin embargo, al abrir la puerta y verla por primera vez, por ese pequeño momento vi colores brillantes como un arcoíris.

Mi madre, a pesar de estar débil con la piel pegada a los huesos tenía una sonrisa hermosa.

— ¿Eres mi Terrence?

Ella sabía mi nombre, me habían dicho que ninguno de mis padres deseaba verme ¿entonces por qué me veía como si hubiera deseado verme todo este tiempo? Me estuve sin soltar el pomo de la puerta un momento dudoso de dar un paso al frente.

—Ven, mi precioso cachorro. Mi Terrence.

Solo eso bastó para correr y abrazarla. Ella olía a flores, aunque vivía encerrada en ese lugar tenía un aroma muy reconfortante.

—Tienes los ojos de tu padre… Eres tan lindo como te soñaba.

Mi madre... Tengo una mamá.

La abracé con fuerza y lloré en sus brazos.

Ella acarició mi cabeza, dijo que mi cabello era suave.

—Te amo, Terrence.

Fue la primera y última vez que la vi, también fue la última vez que alguien me dijo “Te amo” de haberlo sabido me habría contenido de verla.

*** 

Más tarde, ientras llevaba flores para mi mamá, por primera vez mi padre caminó hacia mí y me miró a los ojos. Estaba furioso, supe que había hecho mal cuando me golpeó con el puño en la cara.

Aturdido caí al suelo, el impacto fue tan grande que por un momento tuve problemas para escuchar en uno de mis oídos. Había sangre goteando no sabía si de mi labio o mi nariz. Intenté levantarme del suelo pero mi padre me tomó del cuello de la camisa sin dejar de sacudirme.

— ¡¿QUÉ LE HICISTE?!

— ¡Alfa Sieg! ¿Qué es todo este alboroto?—Mi abuelo llegó justo antes de que me propinara el siguiente puñetazo.

— ¡ESA…COSA DEL MAL ENTRÓ! ¡ELLA ESTABA MEJOR, YA PODÍA HABLAR Y COMENZABA A CAMINAR! ¡SE ESTABA RECUPERANDO, MALDITA SEA!

Sieg rugió dispuesto a matarme ahí mismo, fue Remy quien tuvo que interferir y separarlo de mí.

—Terrence sabe que no puede entrar ahí, él jamás---

— ¡LO HIZO! ¡LOS SIRVIENTES VIERON CUANDO SALIÓ DE AHÍ ESCABULLENDOSE! ¡COMO LA MALDITA RATA QUE ES!

Aquel que se suponía era mi padre, me señalaba con odio, un repudio que si bien estos años nunca me había mirado de cerca, en ese momento supe lo que era su ira.

— ¡SI ELLA NO SOBREVIVE, ESTA VEZ TOMARÉ TU VIDA A CAMBIO DE LA SUYA, INFELIZ!

— ¡Sieg, es tu cachorro!—Mi abuelo me abrazaba y tapaba mis oídos para que no escuchara la forma en que me había llamado.

Mi padre se rio en seco, aterrador como un corno de guerra “¿Cachorro?”

“¡Eso no es un cachorro, es un demonio! ¡Nació para dañar a mi Gudrun!”

Dijo que era una semilla del mal que había absorbido la vitalidad de la flor hasta debilitarla dejándole años de agonía.

Mi madre, después de que nos abrazamos y prometí volver a verla, recayó inmediatamente. Cuando Alfa Sieg llegó a visitarla encontró a mi madre tirada frente a un cuadro caído y pinturas esparcidas. Había perdido toda su vitalidad, ni siquiera abría sus ojos y su respiración era demasiado débil.

Mandaron a traer sanadores y hasta brujas. Mi padre hizo entrar a muchos lobos y criaturas mágicas para después despachar a todos cuando no podían hacer nada para salvar la vida de mi madre.

Uno de ellos finalmente pudo dar un diagnóstico completo de lo que causó su recaída. Algo o alguien habían extraído su vida.

Fui yo, cuando nos abrazamos tomé otro pedazo de su vida.

Había permanecido viva al estar alejada de mí, cuando fui a verla mi cuerpo absorbió lo que le quedaba.

Esa noche muy cerca del nuevo día por tan solo un minuto. Mi madre murió.

Sieg prohibió que asistiera a su ceremonia fúnebre. Ni mi abuelo ni yo teníamos permiso de estar ahí.

“Aunque ese necio quiera impedirlo yo soy mucho más astuto, Terrence”

Me llevó con él a lo alto de un árbol mientras veíamos escondidos como todos despedían a la Luna del Alfa.

Cuando finalmente mi padre se había ido me escabullí.

Vi su lápida, toque el frío mármol y no pude evitar compararlo con el calor de sus brazos. Sentí su olor y pensé que había regresado por mí hasta que noté con decepción que eran las Dalias que habían dejado.

“Tenía que ser la semilla del mal”

Escuchaba en los pasillos cuando hablaban los sirvientes, donde quiera que fuera todo me recordaba mi culpa, entonces renegué lo injusta que fue mi madre.

Si ella sabía que verme sería mortal para ella fue demasiado egoísta y cruel.

Mi madre me abrazó y me hizo creer que nos volveríamos a ver, me mintió, me engañó. Todos me odiaban más y mi padre me culpaba por ello.

Recordar ese día era demasiado doloroso así que me declaré a mí mismo que esa débil mujer lobo no murió cuando la abracé sino el mismo día que me tuvo. Así es, ella debió estar muerta para mí. Nunca debí acercarme.

Desde ese momento dejé de llorar, sería un Alfa fuerte y poderoso “Jamás dejaré que otra hembra débil arruine más mi vida” me prometí a mí mismo y lo repetí cuando teniendo tan solo 12 años, el mismo Sieg me envió a servir en el campo de batalla.

***

Mi relato se interrumpe con un gran sollozo ahogado. Es de Cadence.  Ambos seguimos desnudos, como mi propia alma que he descubierto al contarle algo que nunca le diría a nadie.

Cady llora y me acaricia la mejilla.

Tomo su mano y acerco mí frente a la suya.

—Esos días grises me persiguieron por años, odié mi cumpleaños, odie nacer en este mundo, odié que no pudiera ser amado y tambien detestaba al débil que me recordaba su última sonrisa—Mi voz se quiebra—Antes de que llegarás… mucho antes de que tú alma encontrará su camino hacia mí…también perdí a mi abuelo.

Entonces beso su frente y revelo el secreto que no quería contarle jamás.

—Mi abuelo murió siendo un renegado porque abandonó la manada. No cometió traición contra nadie, yo le atribuí ese cargo en contra.

Cady me ve con terror en sus ojos.

—Yo tomé por la fuerza mi lugar como Alfa…Todos me despreciaban, aunque regresé del campo de batalla y fui el mejor, me señalaban como un ser maldito que lleva la muerte arrastrando en su sombra—Me detengo antes de quebrarme y respiro hondo— Incluso mi abuelo quería que Etzel fuera la cabeza de la manada ¡Creí que él era el único que me podía querer en esta pútrida vida! ¡Me traicionó!

La última palabra “Traicionó” la digo con tanta rabia que resuena como eco. Quería decirle la verdad no pensé en mostrarme así de patético y vulnerable…

Justo cuando creí que otra vez me abandonarían, Cady me abraza con fuerza y yo rodeo mis brazos en su cintura.

Beso su cuello y respiro aspirando su olor que se ha mezclado con el mío.

“Mía”

Incluso si es temporal ella es mía.

Aunque sé que le pertenece a alguien más no quiero dejarla ir, soy tan horrible como Rizz.

—Soborné a los sabios del consejo uno por uno, convenciendo al más importante de ellos. Prometí tomar como esposa a Freya a cambio de que me eligiera como Alfa…

Cierro la mandíbula juntando los dientes con fuerza, quisiera gruñir por toda la maldita basura que hice.

Puedo sentir los latidos de mi amada esposa. Ella me escucha en silencio, no puede creer todo lo que hice.

—Cuando todos comenzaron a decir mi nombre al elegirme como nuevo Alfa mi abuelo supo de inmediato que yo había movido los hilos a mi favor con artimañas sucias. Me dijo que era un sediento de poder y me llamó la sombra de mi padre.

¡BAM! Golpeo la cama con el puño.

—Esa… fue la última vez que lo vi—mi voz tiembla—Después de reclamarme por lo que hice, abandonó la manada y yo… molesto porque me abandonó por tomar lo que creía por derecho mío... Decreté que era un traidor y que había filtrado información delicada al enemigo.

Quería que lo capturaran y que regresara como un perro a arrastrarse a mis pies, nunca fue mi intención que se volviera una cacería y que él muriera.

Aunque esa no fue mi intención, maté a mi propio abuelo, mantuve esa mentira y lo traté como un traidor al negar que velaran sus restos en la manada.

En cualquier momento Cady me empujará y me verá como un monstruo.

Al menos quisiera poder sentir su calor una última vez.

—Mientras buscaba respuestas porque quería saber qué es lo que siento exactamente por ti... Encontré su diario y lo leí.

Abrazo a Cady con más fuerza, si no lo hago voy a derrumbarme por completo.

— ¡Él siempre me amó! ¡Me puso Gian para que un Dios pudiera protegerme de la sombra que me perseguía buscando mi desdicha!

Y yo lo negué, lo llamé un traidor y mandé a perseguirlo como si fuera animal de caza. Soy un monstruo.

Cuando me llegó la noticia de que había muerto.

Me reí con una sonrisa maliciosa.

"Un traidor menos en esta inmundicia de manada"

Fueron mis palabras antes de hacer que quemaran cuanta posesión hubiera dejado. Los libros son una gran fuente de información, mis únicos y fieles compañeros en los momentos en que quería olvidarme del mundo y de la soledad a la que me había condenado. Fue lo único que perdoné.

También le dije a mi hermanastro que, si no estuviera pasando por un plan de austeridad por los gastos excesivos de mi padre por su maldita Luna, haría una gran fiesta para celebrar su deceso.

Al igual que con mi madre tomé su muerte como una causa por debilidad y también por justicia divina. Prohibí siquiera que mencionaran su nombre, si alguien osaba decir “Remy” era severamente castigado.

Las últimas palabras de mi abuelo fueron que un día iba a caer, por mi ambición justamente cuando descubriera lo que es amar a alguien así que me prometí jamás amar, nunca dejaría que sus palabras sentenciadas se cumplieran.

Lo mismo sucedía con el afecto falso con lobas que no tenía que hacer nada para que me dieran la bienvenida en su cama. No tenía que decir nada, como Alfa tenía acceso a lo que deseara cuando lo quisiera me lo darían de inmediato.

Sin embargo, aunque intentara hacerlo nunca pude permanecer en cama y amanecer con alguna de ellas.

—Después llegaste tú.

Me diste la bienvenida a la vida, llamaste una bendición el que haya nacido. No me ves como una mala semilla porque comprendes lo que es la soledad y el no ser apreciado por nadie, incluso si tenemos amigos cercanos no pueden llenar ese vacío que nos mantiene con esa sensación de estar incompletos. Todo eso lo creí hasta que finalmente comprendí que eres luz y color, llegaste y rayaste una gran línea de color amarillo primero. Después fuiste llenando de color cada espacio pero no lo hiciste siguiendo los colores correctos en el lugar correcto. No, lo hiciste en desorden en lugares que no encajaban y cuando finalmente terminaste de pintar sobre cada rincón blanco y negro.

La obra final fue tan hermosa que lo supe en ese instante.

—Te amo—Digo tapando mi rostro y agachando la cabeza en completa sumisión a ella —Es por eso que te amo, Cadenza.

Ella sigue en silencio, lo sabía. Saber quién soy le ha decepcionado. Shawn intenta decirme algo pero me siento demasiado aturdido, de inmediato me levanto y comienzo a vestirme.

—Perdóname, soy un monstruo, sé que no merezco enamorarme... Entenderé si no quieres volver a----

Antes de alejarme de ella, me toma de los hombros y me jala con todas sus fuerzas hacia atrás, en un movimiento rápido me empuja por el pecho haciéndome caer de espaldas contra la suavidad de la cama.

Sube sobre mí, acorrala mi cuerpo y jala de mi camisa por el cuello como un impulso hacia mi rostro.

Me besa. Un beso diferente, con sed, hambre, dolor, compasión, comprensión, un tinte de muchas emociones.

Introduce su lengua y acaricia mi pecho. Su palma está justo donde palpita mi corazón. De inmediato aparta sus labios y besa mi pecho como si su objetivo fuera besar mi corazón.

Gotas como rocío en la mañana caen sobre mi mejilla y mi cuello. Ella quien siempre se evita llorar acaba de hacerlo por mí, otra vez, no porque la haya ofendido…

—Has pasado por tanto—Me dice sin dejar de llorar— Ahora yo me siento como una basura, te llamé Alfa tonto y egoísta. Pensé que eras un patán sin razón alguna y que tenías tu posición privilegiada por nacimiento porque venías de una cuna de oro.

Besa mi cuello y se monta sobre mí.

—Lo siento—repite esbozando una pequeña sonrisa que de inmediato se desvanece— no sé lo que es amar. No soy adecuada para ti, tampoco soy perfecta como crees, no soy especial, tengo tantos defectos que ni siquiera sabría por dónde empezar...

Te amo por eso también.

Porque no eres perfecta y encajas tan bien conmigo, eres la otra mitad de mi alma. Te amo porque a pesar de tus heridas no pierdes tu bondad. Mientras yo canalicé mis tristezas en odio y venganza…

—Si conocieras mi verdadero ser… Ery, yo no soy adecuada para ti…

—Yo soy mucho peor que tú, Cadenza.

Ella me mira un momento, en silencio, ninguno de los dos hace nada excepto vernos hasta que la atracción es inevitable. Yo creo dar el primer paso pero ella tambien lo ha dado, envuelve su brazo en mi cuello y cierro los ojos.

Nos besamos, es un suave roce de labios, muy diferente a la forma en que nos habíamos unido tantas veces. Mis manos están húmedas, es por las lágrimas de ambos.

Podría vivir tan solo bebiendo del néctar de sus labios. No tengo prisa, nada más existe ni siquiera mi culpa, ella es lo único que ocupa mi mente…

Maldito cuerpo traidor.

Ni siquiera Shawn me ha querido interrumpir, entonces… ¿Por qué este maldito cuerpo mío reacciona como un pervertido al sentir su inocente mano tocar por accidente más abajo?

No… Espera… Eso no parece accidental.

Cady desliza su mano debajo de mi camisa y delicada pero seductora baja por mi abdomen. Su otra mano frota el bulto que se agranda en mis piernas.

—No pienses más en esos días que te causan dolor. Prometo que, mientras esté aquí, jamás te daré una razón para que creas que te traicioné. Puedes decirme lo que quieras, te escucharé, seré tu pilar y tú apoyo.

—Si lo dices mientras me sacudes el pene arriba-abajo no estoy muy seguro de tu sinceridad---

Cady (sin dejar de frotarme)  levanta su brazo y con el dorso de este se limpia los mocos escurridizos. Sus lágrimas son hermosas a pesar de que no me agrada que ella llore por mi causa.

—Hacerlo así me hace sentir menos culpa… has pasado por tanto, aun así abriste tu corazón conmigo, me contaste algo tan doloroso para ti y yo… — solloza— antes te dije muchas cosas, dije que no eres nada para mí…

—Continúa, si quieres disculparte demuéstralo.

Pensé que me pediría disculpas con un beso o algo así, me conformo con eso, pero ella siempre logra hacer lo que menos me espero, sus labios rozan en mi pubis y deslizándose hacia abajo besa mis muslos, lado a lado sin dejar de mover con sus manos mi pene sacudiendo arriba-abajo.

— ¡Espera, Cadenza! —Digo con mucha dificultad.

Diosa, me toma mucho de mi autocontrol decir eso, me gusta cuando me toca, adoro la sensación de sus labios en cualquier parte de mi cuerpo. Pero este no es momento para disfrutar y entregarme al placer, debemos hablar seriamente.

Cady se detiene un momento y me mira ingenuamente todavía con algunas lágrimas en sus ojos ¡Es tan linda y sexy a la vez! Si ha sabido contenerlo y no expresarlo en mi rostro mi pene me acaba de delatar al ponerse duro y saltar ansioso por continuar con el saludo sediento por sentir su saliva y su lengua desde la base hasta la punta de la longitud carnosa.

‘Ery, concéntrate’

—Quiero hacerlo bien, quiero decirte todo. Hoy cuando estuve con Freya---

Ella no me permite continuar, captura mi pene con su boca y lo introduce hasta la mitad.

—Cady…ung… escucha….

Ella saca mi miembro de su boca y justo cuando creí que comenzaría nuestra conversación seria lame la punta.

—Cadenza… es serio…

Ignora lo que le digo y rodea con su lengua el glande dando vueltas con su lengua. De nuevo aunque me arrepentiré después por ello, detengo sus movimientos.

—Ca…denza…Todavía no puedo decirte las razones por las que liberé al consejo—Cady sacude mi miembro y chupa la punta—con…fía en mí…

Mi voz suena como una ola de gemidos entre cortados, estoy hablando de algo serio y esta mujer no parece poder ver otra cosa que mi pene, el cual succiona como si quisiera arrebatarme el alma desde ahí, es imposible una conversación así.

Cadenza parece más atenta en jugar con su lengua y provocarme pero debo ser fuerte, si no aclaro esto seguiremos dando vueltas en círculo y su corazón acabará por cerrarse para siempre.

—Terminé el compromiso con Freya… Cady, en serio… ¡Escucha….!

Detengo sus movimientos con mi mano sobre su frente, quiero que me mire directamente, a los ojos como fuimos privados de hacerlo por 24 horas.

Ella no se detiene, ignora mis palabras, aleja su rostro de mi mano, continúa lamiendo y succionando, recorre con su lengua la longitud, succiona de la piel, no presta atención a nada más. Puedo sentir su preocupación en complacerme, sus manos tiemblan aunque parece decidida a continuar con lo que se propuso. Si digo algo que no le agrade temo que use mi miembro como un cautivo en su mano y acabe mordiéndome.

—No fue una cita ¡Aush!—me muerde leve pero lo suficiente para castigarme—a cambio de terminarlo fue lo que me pidió.

Cady lame el lugar donde me mordió. Pronto ese dolor se convierte en un placer indescriptible, es la primera vez que castiga mi pene. Es una sensación nueva que me estimula a niveles impresionantes.

—Sobre eso que dije frente al consejo… déjame hablar un momento, Ca…aaahdy… ¡Diosa… succiona más... ah sí...!

Relamo mis labios disfrutando cada movimiento de su cuello, sin poder soportarlo más empujo su cabeza y muevo mi pelvis.

‘Ery, no olvides lo que es importante’

Es cierto, si no lo aclaramos ahora mismo volverá a malinterpretarme, muerdo mis labios, no puedo evitar relamer mi labio inferior mientras me dejo llevar contra mi voluntad. Oh, qué bien lo hace. Se nota que la práctica le ha ayudado mucho.

‘Recuerda lo que debes decirle, el placer que sea después’

—Lo prometo… voy a deshacerme de esas sabandi….jaaas… pedí dos esposas para protegerte… ellos exigen un heredero y no quiero obligarte a….

¡POP!

Cady libera mi pene contenido durante su succión haciendo un sonido demasiado lascivo,  su saliva pegajosa deja un hilo entre su lengua y mi pene provocando una imagen demasiado erótica, gimo liberando un sonido lastimero  y sugerente como las palabras que salen de su boca.

— ¿Entonces por qué no les damos lo que quieren, Terrence?

Mi pecho sube y baja con mi respiración lenta y pausada ¿Escuché bien lo que dijo? ¿No lo imaginé? Ella no sonríe ni parece estar avergonzada por lo que dijo. Con una serenidad impresionante me empuja del pecho con sus manos, se sube sobre mí y se posiciona sobre mi miembro acomodando con su propia mano la punta en su sexo bajando lentamente tomándome  hasta la raíz.

Libero un gran gruñido de satisfacción y placer inmenso. Mi boca saliva, ella se inclina y captura mis labios relamiendo entre ellos con su lengua. Se introduce, explora mi lengua, mi paladar, cada espacio dentro. Siento mi pene endurecerse mientras sus paredes vaginales aprietan al contraerse y dilatar con la excitación de nuestro beso.

Después de saciar mi sed con sus besos húmedos y calientes, finalmente me libera, dejando mis labios entre abiertos deseosos por más contacto y quedando suspendidos en el aire a la espera de que regrese. Nuestra saliva ha dejado un gran hilo que se rompe cayendo en su clavícula chorreando gasta uno de sus pezones.

La sola imagen erótica es insoportable, es tan sensual que no puedo evitar que mi parte baja responda con otro saludo a su interior. Ella me sonríe mientras se relame los labios con un gesto atrevido. Acaricia mi labio inferior y juguetea con él, la yema de su dedo índice abre y cierra hurgando mi saliva.

Abrazo su cuerpo, acerco su pelvis contra mí empujando con fuerza comenzando un vaivén rápido como mi deseo por escuchar sus jadeos en mi oído.  Ella rodea mi cuello recibiendo cada embestida pausada cuando quiero sentir mi pene llegar más hondo.

—Aaaah…Terrence Gian Avery, tengamos un cachorro...

Por un momento me encuentro perdido por el éxtasis, al siguiente he parado abruptamente. Justo cuando creí que no podría hacerme sentir más hechizado por esa mujer y sus cadencias, ella vuelve a sorprenderme.

Aún no puedo creer lo que dijo, miro estupefacto como libera mi pene lentamente levantando su pelvis hasta casi llegar a la punta del glande sin soltarlo por completo. Sus manos recargadas en mi pecho como apoyo mientras cae hasta la raíz repitiendo el mismo movimiento primero lento y aumentando la velocidad. Me encanta ese lado dominante suyo y esa mirada ámbar que me acecha como si ahora fuera mi depredador.

—Cady… hablo en serio… aun puedes negarte…

— ¿Negarme? —salta sobre mí en movimientos oscilatorios— Terrence Gian Avery, has eyaculado dentro tantas veces que tal vez ya me hayas fecundado—Cady sube y baja lentamente acariciando la punta de mi glande contra su clítoris.  

—Ngh… en realidad tuve cuidado.

— ¿De verdad? — Mueve su cadera y me monta de arriba abajo con precisión— ¿Entonces todo el esperma que salió de mi coño esa mañana, qué era?

—….

¡Diosa, me encanta cuando habla de esa forma vulgar y obscena! ¡Los gemidos que hace! ¡Esos movimientos me van a enloquecer en éxtasis! Espera… Ahora que lo pienso si eyaculé dentro todas las veces.

—Oh, ahora entiendo…—Se detiene y apretuja sus pechos bajando una mano lentamente recorriendo desde esos montes deliciosos hasta acariciar su ombligo y llegar a su vientre — No te habías percatado de que llevas depositando tu semen desde entonces. Tampoco que hace un momento me llenaste con tus semillas---

— ¿Entonces quieres que te impregne? —Sostengo sus caderas, esto amerita una conversación seria.

—Tal vez ya lo hayas hecho, papá.

Papá…

Esa palabra hace eco como un tintineo constante.

“Papá”

—Aunque no estaremos seguros hasta que---

Cady suelta un chillido de sorpresa cuando hago cambios de último minuto y tomo el lado dominante levantando sus caderas y elevando su cuerpo en el aire con todas mis fuerzas hasta que su espalda choca contra la suavidad de las sábanas.

Sin dejarla decir nada más acomodo de rodillas entre sus piernas, abro sus muslos y vuelvo a introducir mi pene con estrépito, la beso con fervor, introduzco mi lengua, acaricio sus pechos cada vez más entusiasmado al pensar en cómo se verán llenos de leche.

Ella libera un gran gemido cuando tomo sus caderas con mis manos y la embisto retomando el control absoluto.

— ¡Cadenza, no debiste provocar a este lobo malo y feroz!

— ¡Aaaahn~! ¡Eso quiero, dame más, Alfa! ¡Se tan malo como quieras!

¡Shawn, tú eres testigo de lo que dijo! ¡No puede retractarse!

Mi lobo no me responde, quizá esté tan perdido como yo en el éxtasis o ha preferido callar y dejarme saborear cada momento.

Con dificultad mantengo la voluntad de sacar mi pene de su húmeda vagina para voltear su cuerpo hasta que sus pechos se aplastan contra la cabecera y abrir sus piernas deleitándome con la vista trasera de su coño jugoso, de inmediato entro y sacudo mi pelvis, pienso eyacular dentro con ella de rodillas, penetrarla por detrás, después la acomodaré de costado y con uno de sus muslos en mi hombro abriré el paso con mi pene, lo haré en cada posición existente ¡Voy a hacerlo, tengo que impregnar a esta mujer!

Uno de los pasatiempos de mí rival es escuchar música clásica en un lugar que llama teatro, cuando uno de los músicos toca en el momento culminante, uno de los instrumentos tiene su momento de sobresalir y cautivar al público, crea su propia interpretación y melodía finalizando de una manera magistral. Es lo que llaman Cadencia o Cadenza.

El sonido húmedo y la piel chocando resuena como música en mis oídos mientras creo una sinfonía con su melodiosa voz jadeante.  Mi propia Cadenza.

Maika Maese

¡Ni se lo tuvo que repetir dos veces! Ahora se ha tomado muy en serio su nuevo objetivo. Cady, conmovida por la sinceridad de Ery, decide ser su apoyo. Aunque sus acciones son reprochables y tiene una culpa inmensa en su espalda, ella siente que ambos son mucho más parecidos de lo que cree pues también lleva una carga inmensa que acaba de desenterrar del fondo de sus memorias perdidas...

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