—Bruno—
Llego a mi casa muerto del cansancio, hoy fue un día extenuante y Dylan se reportó enfermo, lo había dejado descansando en la mañana con unos analgésicos y antinflamatorios para la fiebre y la sopa de pollo que tanto le gustaba.
Nuestra vida se había transformado en una relación tranquila y madura, donde convivir con todos sabiendo lo nuestro ya era normal, aunque no tanto para mí, pues aún me molestaba que nos dijeran Afeminados, Maripositas y todos esos descalificativos de mierda que usan los que se creen dueños de la moral, pero como Dylan decía, en gustos colores y si no les gustaba nuestra relación, pues que se fueran a la mierda, yo disfrutaba de lo que él me daba y era feliz.
—Dylan, cariño. Ya estoy en casa — era extraño, ver todas las luces apagadas y el silencio en la casa, ¿será que Dylan sigue durmiendo? Dejo mis cosas en la sala y me dirijo a nuestra habitación, para no molestar, pensando en que al encender la luz podía incomodar a Dylan, enciendo la linterna de m