Nos subimos a bella y nos dirigimos hacia la zona de bares y restaurantes cerca del barrio universitario. Llegamos al bar y nos sentamos en la barra, la siento un poco incomoda por la ropa que se puso, lo que hace que me tiente a molestarla, diablos, no me pude aguantar.
—Deja de moverte jajaja pareces una monja bajándote las faldas.
—Bruno— ¡la muy pilla me está reprendiendo!
—¿Y para qué te vistes así si no quieres llamar la atención?
—Es una linda tenida.
—Y que lo digas— Lo digo mordiéndome mi labio inferior, pero es cierto se ve especialmente hermosa este día, que cualquiera lo nota— Bueno actriz porno ¿qué quieres beber?
Hanna se ríe de mis ocurrencias y al final se decide por una cerveza, estamos de lo mejor conversando y siento que el día ha mejorado para mi amiga, en nuestra cuarta cerveza me dice que quiere ir al baño y aunque la veo tambalearse, la dejo ir tranquila, pero pasan los minutos y Hanna no regresa.
—Estás tardando mucho… será mejor que vaya a buscarte.
Me levanto del taburete y al parecer también el alcohol me está afectando, deben ser todos estos días de largos turnos y comida chatarra que me están pasando factura...
Me adentro en el bar y sigo por el pasillo que da a los baños para justo encontrarme con Hanna saliendo apurada del lugar, como será su cambio que ni notó que venía directo a chocar conmigo, así que alcanzo a sujetarla y remuevo sus cabellos locos.
—¿Qué pasa muñeca? Me estaba preocupando por ti.
—Nada… nada, es solo que… nada, olvídalo ya me quiero ir.
—Nooooooo y tan bien q me la estaba pasando.
—Por fa Brunito, si quieres te invito unos tequilas y unos tacos en casa.
—Pues con eso no me puedo negar—Hanna se sentía incómoda o algo había pasado en el baño, quería averiguar y si volviendo a casa lo lograba obviamente me tranquilizaría. Pago las bebidas y tomo su mano pequeña, nos saco del lugar como todo un caballero y nos subimos a Bella.
Al llegar a casa, Hanna me indica que en una de las gavetas del mueble hay tequila. La miro extrañado. Esta era otra sorpresa, ella nos escondía las cosas, ahora no solo era sus miedos, ¿también la comida? Sonreí para no hacerla sentir mal y la dejé que fuera a cambiarse.
Aproveché de colocar un poco de música y fui por unos chupitos, limón y sal para el tequila.
Cuando Hanna volvió a la sala, me dejó sin aliento, vamos la conozco, es mi amiga, pero jamás me preocupaba con lo que se ponía. Si con minifalda se veía bellísima, ahora con ese short y la pequeña camiseta que llevaba se veía despampanante.
Si bien es cierto que con Dylan manteníamos una relación bastante tranquila y que ambos podíamos ligar con otros, el tiempo y la rutina habían mermado nuestra actividad sexual, no piensen que le he sido infiel, para nada, pero en este momento mi macho alfa quería marcar esa piel oscura en cada una de sus partes. Nunca he negado que Hanna es muy atractiva y que sexualmente prende a cualquiera, pero respetaba mi relación con Dylan. Además, los tres vivíamos juntos, sería extraño ¿No?
Traté de alejar esos pensamientos de mi cabeza y dejé que Hanna preparara algo de comer, cuando llegó con la bandeja nos sentamos en los sofás y le entregué un chupito.
—A nuestra salud…— ella respondió lo mismo y choqué nuestros chupitos...
—No puedo creer que salfgas con ese imbécil — m****a el tequila está más que fuerte…
—¿Y qué quieres que haga si el que me gusta solo me ve como su amiga?
—Debe ser un imbécil si no te ve, eres un tremendo mujeron que puede estar con quien se le plazca.
—¿En serio crees eso?
—Por supuesto— le digo acercándome a ella y cortando la distancia entre los dos.
—¿Y alguien como tú? ¿Se fijaría en mí?
—¿Quieres probarme mi diosa de ébano?—ella me mira entre sorprendida y con cierto grado de risa, pero se decide y comienza a abrir el primer botón de mi camisa—Mmmm fiera, si sigues no hay vuelta atrás.
—¿Quieres que pare?— niego con la cabeza—¿Sigo?…
—Oh pequeña esto no esta bien, pero me encanta.— la tomo por las caderas y la siento a horcajdas sobre mí, para que sienta mi miembro como se ha despertado por ella, saco su camiseta y me deleito con la vista que me dan esos dos hermosos pezones erectos.
—Deliciosa—comienzo a amasar sus pechos y tomo sus labios con un beso demandante para dejarla sin aliento.
—Ahh…
—Déjame hacerte mia principessa— ¿eso sale de mis labios?, m****a quería probarla, su cuerpo era una droga que quería hacer mía y no era culpa del alcohol, era un deseo animal el que me movía.
—Bruno…— muevo un poco el short y comienzo a tocar sus pliegues hasta llegar a su clítoris, el que empiezo a atacar con pequeños pellizco —Ahhh si, así…
—¿Te gusta pequeña?— muerdo el lóbulo de su oreja, mientras sigo atacando su clítoris y aferrándola a mi cuerpo.
—Oh si, por favor, sigue…
—Estás tan húmeda y lista para mi.
—Por favor Bruno…
—¿Por favor qué?
—Hazme tuya— ahí se fue todo a la m****a, mi fidelidad con mi pareja y la amistad de ellos dos, pero es que Hanna me prendía, ya no podía negarlo. Comienzo a desvestirme mientras no le quito la mirada, en un instante se acerca y ayuda a desabrochar mi pantalón, lo bajo y quedo completamente desnudo frente a ella.
Su cara es un poema, sé lo que está pensando, así que le sonrío y la vuelvo a besar.
—Tranquila preciosa, iré lento— me posiciono entre sus tonificadas piernas y con mi mano libre coloco mi miembro en posición, juego un poco con sus pliegues y cuando la noto lista me adentro en sus paredes para comenzar a embestirla suavemente y que su cuerpo se acostumbre al mío, me quedo quieto y cuando se empieza a mover comienzo bombear mientras sus paredes me aprietan.
—Ah, si, así, sigue así…
—Oh mi pequeña, no creo que pueda durar mucho si sigues haciendo eso— sigo con mis embestidas, su cuerpo sigue el mismo ritmo hasta que se intensifican y sus paredes me aprietan más y más.
—Dámelo pequeña, dame eso que tanto quiero
—Ah Bruno, ah…¡BRUNO! —su grito de éxtasis al llegar al orgasmo me prende más, muevo mi cuerpo con frenesí y en unas cuantas embestidas más todo mi cuerpo se tensa liberándome dentro de ella.
—Hanna argh…— exclamé con un gruñido gutural y caí sobre su cuerpo que aún se movía por los espasmos de su orgasmo. La miré a los ojos y besé sus labios para luego pronunciar esa frase que tanto odiaría por el resto de mi vida—Sin lamentaciones…
—Sin lamentaciones…