Sin lamentaciones p3

—Hanna—

Desperté en mi cama, cubierta por mis sabanas de Hello Kitty impregnadas del aroma de Bruno, después de esa maravillosa tanda de sexo ardiente mi cuerpo sentía aún los resabios del último orgasmo que me había dado mi amigo.

Me levanté y tomé mis cosas para meterme a la ducha, después prepararía un buen desayuno para nosotros y reponer la energía gastada.

Iba a abrir la puerta de mi habitación para dirigirme al baño, cuando escuché los gritos de Dylan que venían de la habitación de los chicos.

—¿Con qué puto o puta barata me engañaste? Maldita sea Bruno dime ¿Con quién te metiste?

—Discúlpame, amor. Esto fue un ligue de una noche, no tiene que afectar lo nuestro, yo te amo.

Cubrí mi boca, para que no escucharan mi quejido y me quedé escuchando su conversación.

—Entonces dime ¿Con quién?

—Eso no viene al caso, amor. Tú sabes que nuestra relación es libre y podemos ligar con otros, tú lo has hecho y yo jamás he intervenido.— dice Bruno, con la voz más baja, me apego más a mi puerta pues sus gritos han bajado en intensidad.

—Pero no creí que lo trajeras a nuestra casa.

—Dios, Dylan ¿Qué te pasa? Desde hace un tiempo estás demasiado extraño, lo justificaba con los turnos y la falta de sueño, pero que vengas a hacer un escándalo por algo que ambos hemos acordado no me lo explico.

—Es porque eres mío y de nadie más.

—Tan posesivo que eres— escucho que se ríe—, amor. Ya te dije que te amo y que lo nuestro es importante, no hagamos una tormenta donde no la hay.

Luego, silencio… hasta que escucho los quejidos de Dylan.

—Así, dame más duro, mi puto italiano…

Era definitivo, Bruno había dicho sin lamentaciones y lo que había escuchado de esos dos no cambiaría en nada. Ellos se amaban y yo era la puta barata que le había abierto las piernas a Bruno, como Dylan decía…

Unas semanas después…

—Señorita Sinclair, no puedo hacer nada por usted.

—Pero señora Jonas, eso es imposible, no pueden suspender mis créditos el último semestre.

—Querida, no puedo hacer nada, se enviaron varias cartas a tu dirección avisando del no pago de la matrícula y la colegiatura y no tuvimos ninguna respuesta.

—Esto no puede ser, mi papá…

Sentí que el mundo se me venía encima y mi cuerpo no me respondió. Me desmayé y caí al suelo, eso fue lo que me contó la enfermera de la universidad, quién amablemente ahora me estaba dando una agüita de hierbabuena para pasar el mal sabor que tenía en mi garganta.

—Cariño lo siento tanto, te conozco y sé que eres una tremenda estudiante y que ahora no puedas seguir por falta de recursos me mata el alma.

Eso no podía ser cierto, mis padres tenían una excelente situación económica, pero… No, no, no esto no puede ser.

—Gracias Paula, por todo. Ahora me iré.

—Espera, uno de tus amigos está fuera esperando saber de ti. Se le ve que está preocupado, pues no ha parado de preguntar y ha intentado entrar varias veces.— mi corazón dio un brinco, ¿será Bruno? Pero mi esperanza murió al ver a Dylan entrar junto a la enfermera.

—Oh, pequeña. Paula ya me ha dicho lo que ha pasado, vamos a casa para que te prepare una rica sopa de pollo.

No dije nada, solo asentí. Salimos abrazados, pues aún mis pies no me sostenían bien, subí al auto y Dylan me abrochó el cinturón.

Llegamos a casa y me metí en mi habitación, necesitaba llamar a mis padres y obtener una respuesta. Tomé mi teléfono y marqué el número de mi papá.

—Por fin te has dignado a contestar mis llamadas.

—¿Por qué lo has hecho?

—Es hora de que vuelvas a casa pequeña. Ya está todo listo para que termines acá.

—¡Pero eso no es lo que yo quiero!— grité, mientras volvían a salir lágrimas de mis ojos.

—Sabes que es lo mejor. La escuela está cerca de casa y del hospital y tus pasantías empezarán…

—¡No!

—Hanna ya lo he dicho, es lo mejor para tu futuro.

—¿Alguna vez has pensado en lo que yo realmente quiero, papá?

—Por supuesto cariño, tu eres nuestra pequeña personita.—la voz suave de mi mamá me dolió más que la de mi padre, ambos habían decidido por todos sus hijos y, aunque mis hermanos eran mayores, les acomodaba la situación. Yo, era la loca rebelde que había salido de casa, pero igual seguía bajo sus mandatos al estudiar medicina. No tenía escapatoria…

Con todo eso a cuestas y sabiendo que nada volvería a estar bien, tome una decisión...

—¿Cuándo debo estar allá?

—A más tardar el miércoles, ya está todo preparado, princesa.

Así era, no tenía nada que me atara a Nueva York y si por lo menos quería independizarme, sabía que terminar mi carrera era el primer paso. Haría como dijo Bruno, viviría mi vida sin lamentaciones.

Corté la llamada y limpié mis lágrimas. Debía ser fuerte y afrontar lo que se venía, echaría de menos a los chicos, pero ellos se tenían el uno al otro por lo que no les haría falta.

—La sopa está lista, ven a comer.— fue la llamada de Dylan la que me sacó de mis cuestionamientos, me levanté con el poco ánimo que me quedaba y fui a la cocina, donde Dylan había preparado la mesada con su rica sopa de pollo, un jugo de fresa y tostones para acompañar.

—Gracias…

—¿Todo bien con tus papás?

—Mejor que nunca, mi querido amigo— mentí.

—¿Y qué pasó entonces?

—Hubo un problema con los pagos, pero ya lo solucionaron— mentí, era lo mejor—. Debo viajar a Boston para arreglar los temas con papá, pero volveré antes que termine el semestre.

Seguí inventando una historia para que Dylan no me interrogara, era lo mejor, repetía en mi cabeza.

—¡Qué bien! Así aprovechas y pasas a ver a mi vieja para que te mande esa rica pasta de chile que ya se me acabó, pero ahora come la sopa que se te va a enfriar. —Tomé el primer bocado y me supo desabrida.

—Ahora entiendo porque quieres la pasta de chile, esto está desabrido.

—¿Qué? No puede ser, si yo la probé, a ver, dame una cucharada— tomó un poco de la sopa y se saboreó—. Esto está delicioso, mujer. No sé que te provocó el desmayo, pero te quitó el sentido del gusto.

—Devuélveme la cuchara, idiota.

—Wow y a ustedes dos ¿qué les pasó?

Ninguno de los dos notó que Bruno había llegado, mientras el nos miraba en el marco de la puerta. Se nos unió como si nada hubiera pasado un tiempo atrás, habíamos vuelto a ser los mejores amigos y diablos dolía cuánto los iba a extrañar…

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