-Bruno Cicarelli-
Mi teléfono seguía sonando y yo estaba sumido en mis pensamientos, no quería hablar con nadie ¿Por qué no lo entendían?
En eso, la puerta de mi hogar y los gritos de mi ahora jefe se escuchaban casi como graznidos encolerizados.
-¡BRUNO, ABRE LA MALDITA PUERTA O LA TIRO A PATADAS A LA CUENTA DE TRES!
-¡DÉJAME EN PAZ, SCOTT. NO QUIERO VER A NADIE!
-¡PUES TE AGUANTAS!
El crujido de la puerta siendo golpeada por las patadas de ese imbécil era cada vez mas fuertes hasta que de un momento a otro cesó o eso pensaba...
-¡¿Dónde mierda estás escondido Cicarelli?
-Lárgate Scott, ya te lo dije-digo sumido en mi propia mierda, pensando y divagando en qué había hecho mal.
-Hermano ¿Por qué no contestas tu teléfono? Idiota, estamos hace más de una hora llamándote.
-Ella me abandonó... Ella...nos abandonó - digo aferrado a su almohada, sin darme cuenta que lloro como un niño chiquito.
-¿De qué mierda estás hablando?
-¡De Hanna!
-¡¿Qué?!
-De esa maldita inconsiderada. anoche... ano