BRANDON
Volví a la mesa con el rostro sereno, como si nada acabara de pasar, como si no me acabaran de confirmar que alguien que trabaja en mi propia casa me había traicionado.
Emilia me observó con esa mirada suya que siempre olía a intuición.
— ¿Todo bien? —Preguntó, con la taza a medio camino de sus labios.
—Sí —. Sonreí, tomando asiento con elegancia—. Mi tía quiere que vaya a visitarla este fin de semana y está tan dramática como siempre. Me hizo jurar que no voy a morir antes de su cumpleaños, como si eso fuera algo que yo pudiera controlar.
Ella soltó una risita suave.
— Bueno, es que contigo uno nunca sabe. De pronto se te da por esquiar en una bajada muy pronunciada —. Rodó los ojos, divertida—. Te rodea un aura como de película de acción.
— Solo falta que me pongan efectos especiales cuando entro a una habitación —. Le guiñé.
— Tú ya vienes con banda sonora incluida, Brandi —. Respondió ella con ironía, aunque sus labios ocultaban una sonrisa genuina.
La vi relajarse un poco