EMILIA
Brando había reservado una de las mejores mesas en el restaurante libanés, para desayunar. Parecía sacado de una película. Todo era elegante y con un aspecto boho al mismo tiempo. Me encantaba, pero ninguna de esas cosas me impresionaba tanto como el hombre que me esperaba de pie junto a la mesa más alejada.
Brandon.
Traje oscuro. Reloj dorado en la muñeca. Y esa sonrisa suya que no mostraba dientes, pero que tenía el poder de hacerme temblar por dentro. Sin embargo, iba con cautela. Por dentro no sabía qué hacer como Bishop Moon. Por un lado, estaba el dilema de traicionarlo profesionalmente, por otro lado, era ser fiel a los tratos, pues Starlight (empresa de Brandon) me dio la oportunidad de crecer como guionista.
— Llegas justo a tiempo —. Dijo, corriéndome la silla como si aún tuviera derecho.
Lo vi un par de segundos, pensando que tal vez podría tomar una decisión y continuar con mi venganza si cometía alguna estup**idez. Era la idea que me hacía para no pensar en la pos