EMILIA
Si alguien me hubiera dicho que aún no conocía lo que era el verdadero miedo, le habría dado la razón hasta ese momento.
Siempre me había caracterizado por ser una mujer con instinto materno, pero nunca me imaginé que con la simple posibilidad latiendo en mi vientre me derrumbaría con un diagnóstico que no esperaba. . . Bueno, en realidad se espera esto cuando uno tiene relaciones sexu**ales sin protección.
Las lágrimas rodaban sin permiso por mis mejillas. No sabía si dolía más la cabeza, el cuerpo, o ese eco punzante que me repetía una y otra vez la misma palabra. Bebé, puedes perder a tu bebé.
¿Cómo no lo había sentido? ¿Cómo no había notado que dentro de mí ya latía otra vida? Me había enfrascado tanto en otras cosas que no puse atención a las señales de mi cuerpo, pero es que ni siquiera sentí náuseas. Solo cansancio algunas veces.
Y ahora, tal vez lo había perdido. Mi bebé, un hijo mío y de Brandon. Algo que había soñado desde el momento en que vi a mi esposo por prim