BRANDON
No tenía que ser un genio para saber quién era el que estaba jugando sucio. Ahora iba entendiendo todo, pero necesitaba encontrar la otra motivación que estaba llevando a Adam a traicionarme de esa manera. Tantos años de amistad se estaban yendo por el caño por una sed de venganza que no estaba entendiendo.
— Van tras de mí —. Repetí, clavando la mirada en el suelo, como si de pronto una iluminación ancestral pudiera darme respuestas—. No es coincidencia. Esto es personal. Me están intentando joder desde adentro.
Sentí la cama hundirse a mi lado. Emilia me tomó la mano con esa delicadeza que siempre guardaba para los momentos clave. Su voz fue apenas un susurro, pero me atravesó como una flecha.
— ¿Crees que fue Adam?
Levanté la vista. Mi mandíbula estaba tan apretada que sentí el músculo latir. El nombre de ese desgraciado me quemaba en la lengua como veneno.
— Estoy seguro. Tiene la motivación, el resentimiento y los contactos para armar una jugada así. Solo alguien como él