Capítulo 66 —No puedo perderla

Capítulo 66 —No puedo perderla

Narrador:

La bodega olía a óxido, sudor y muerte inminente. La única luz provenía de una bombilla desnuda colgando del techo, proyectando sombras alargadas en las paredes de ladrillo húmedo. El silencio era denso, pesado, como si el aire mismo se hubiera detenido en anticipación a lo que estaba por suceder. Franco entró con paso firme, su rostro era una máscara de pura oscuridad. Luigi lo siguió de cerca, manteniendo la distancia justa, porque sabía que en ese estado, Franco Mancini no era un hombre, sino un depredador. El prisionero estaba atado a una silla en el centro de la bodega. Tenía el rostro cubierto de sangre seca y nuevos cortes frescos en los labios partidos. Su cuerpo temblaba, no solo por el dolor, sino por el pánico absoluto que lo invadía al ver a Franco Mancini detenerse frente a él.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Franco con una voz que parecía tallada en hielo.

El hombre tragó saliva y alzó la vista con dificultad.

—No… no tengo que decirt
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