Luego de la repentina muerte de sus padres, Sofía Jaque es informada que para herederar la empresa familiar, tiene como requisito casarse con Santiago Di Stefano. Un hombre que ella no conoce, y que ignora que es el heredero de una poderosa familia de la mafia siciliana. A pesar de ir contra sus principios, Sofía acepta ese casamiento, solo para recibir lo que le corresponde. No sabiendo que comenzará un lento descenso hacia el peligroso mundo al que él pertenece, y subiéndose en un juego de pasión que le evitará alejarse de él.
Ler mais—¡Me encanta como combina la esmeralda con el oro blanco! Definitivamente esta combinación va a ser el centro de nuestra próxima colección —indica una joven mujer de cabello rojizo inspeccionando las joyas que un sonriente empleado le ha traído a la oficina de sus padres.
—¡Por supuesto, señorita Sofía! Siempre es un gusto contar con sus consejos —anuncia el empleado saliendo de la oficina justo a tiempo para dejar ver al abrir la puerta un grupo de personas elegantes que se dirigen presurosas hacia algún lugar de la empresa.
Frunciendo el ceño, Sofía inspecciona los rostros reconociendo que se trata de la junta de accionistas de la empresa de joyas de su familia, cuya presencia ante la ausencia de sus padres le llama la atención. Aunque se dice a sí misma que ella no es parte de la compañía como para saber si tienen alguna junta organizada para ese día, ya que solo suele dar su opinión sobre las piezas que presentan, las cuales siempre dan en el blanco.
—¡Señorita Sofía… yo… tengo que darle una mala noticia, una tragedia…! —exclama una joven secretaria con la voz quebrada y los ojos llorosos.
—¿Por qué tanto drama, Guadalupe? Ya sé que nadie aquí disfruta de la presencia de los accionistas, pero como dice mi padre: son un mal necesario —comenta Sofía con una sonrisa divertida, comenzando a buscar el número de su madre en el teléfono para avisarle que no olvide la reunión que parecen tener.
—Sus padres han te-tenido un terrible accidente de auto en la ruta, ellos… murieron en el acto por el impacto, o al menos es lo que me han informado de la clínica —informa Guadalupe hablando tan rápido que por un momento cree que su jefa no le entendió siquiera una palabra.
—¿M-mis… mis padres… muertos? —balbucea la mujer sintiendo como un temblor comienza a apoderarse de su cuerpo, haciéndole caer de sus manos el celular que resuena en el piso.
Sofía tantea con la mano a su alrededor hasta lograr tocar el sillón, donde se deja caer con la respiración agitada, sintiendo una presión en su pecho por el dolor que parece querer desgarrarlo. No puede creer lo que ha oído, sus padres muertos, o mejor dicho: sus padres adoptivos muertos al igual que los biológicos. Cuan caprichosa puede ser la vida que la obliga a pasar por la misma angustia dos veces, que a sus veintidós años la hace sentir tan impotente y angustiada como cuando solo era una niña de cinco años que quedó huérfana.
—Los accionistas parecen haberse enterado tan rápido como sucedió, y están aquí para hacerse cargo de la empresa, o al menos ese les he escuchado decir —anuncia Guadalupe con la cabeza gacha, avergonzada de tener que tocar un tema tan frívolo cuando ha sucedido algo tan trágico.
—No me sorprende, ellos siempre han sido unos buitres, pero si esperan que les permita apropiarse de todo están muy equivocados. ¡No pienso permitir que roben el legado de mis padres, por favor encárgate de… de comenzar con los preparativos del funeral ¡Yo le demostraré a esta gente que aquí aún queda una Jaque en pie! —ordena Sofía obligándose a ponerse de pie y adquirir una frialdad propia de un témpano de hielo, dispuesta a defender lo que pertenece a su familia.
Mientras avanza por el pasillo que lleva hacia la sala de juntas, Sofía respira lo más hondo que puede, sabiendo que para cuando entre a ese lugar debe estar calmada, de lo contrario cualquier comentario puede llevarla a estallar y quedar como alguien impulsiva que es incapaz de llevar la empresa adelante. Así que al apoyar la mano en el pomo de la puerta cierra sus ojos, esperando que sus años estudiando psicología brinden frutos en ese omento que podría determinar todo su futuro.
—¡Señorita Sofía… qué sorpresa! En verdad en nombre de toda la junta le brindamos nuestro más sentido pésame, sin embargo me temo que deberá hallar otro lugar para llevar adelante su duelo ya que aquí estamos en medio de una reunión importante —declara un hombre alto de mirada fría y cabello blanco.
—Realmente mucho que realmente sientan sus muertes, Alejandro, sobre todo cuando ni siquiera han esperado a que los entierren para saltar como hienas a la empresa para apoderarse de ella —reclama la mujer tomando asiento en la mesa a pesar de las miradas de reproche del resto de los miembros.
—Querida, esto no es algo personal, el mundo de los negocios es despiadado, si no tomamos algunas medidas anticipadas, la muerte de tus padres podría traer cierta incertidumbre en el mercado y hacer que la empresa se vea afectada. Nosotros solo estamos velando por el bien de todos —explica el accionista con la paciencia con la que un maestro habla a un niño.
—Pues yo estaré aquí, ya que a mí también me concierne el bien de la empresa —sostiene Sofía dispuesta a permanecer en esa junta sin importarle si quieren sacarla a patadas del lugar.
—Me temo que no es así como funcionan las cosas, no eres una accionista ni siquiera miembro de la Junta directiva, por respeto a tus padres podría permitirte permanecer como oyente en esta reunión. Pero claramente eso significa que no tienes ni voz ni voto —indica Alejandro con una sonrisa cargada de cierta malicia al disfrutar tenerla bajo control.
—¡Me disculpo por la intromisión, pero dado que ya todos están reunidos aquí me pareció oportuno leer el testamento del señor y señora Jaque! O al menos en lo concerniente a la empresa —anuncia el abogado de la familia entrando en la sala sacando unos papeles de su maletín con cierta prisa.
—¿Q-qué? ¿Cómo que testamento? —interroga Alejandro mirando con reclamo a una de sus compañeras, como si la estuviese culpando de un descuido.
—Sí, clausula 23: Nuestra empresa de joyas Amanecer, junto con todas sus instalaciones, minas, talleres, y el total de nuestras acciones serán heredadas por nuestra hija Sofía Jaque, con la condición de que ella se case con Santiago Di Stefano —anuncia el abogado leyendo con lentitud para que quede clara cada palabra.
Sofía que había comenzado a esbozar una sonrisa al poder restregarle en la cara a esos buitres que no podrán tomar el control de la empresa, tiñe su rostro de una seriedad que raya la confusión. No entiende la razón por la que sus padres le permitirían heredar la compañía solo si se casa con alguien, y no solo eso, sino con alguien que ella ni siquiera conoce.
—¡Eso es una tontería, obviamente esta pobre muchacha no va a casarse con un extraño! ¿Qué clase de padres le pedirían eso a su hija? —reclama el accionista fingiendo estar indignado por tal petición.
—Yo solo leo lo que ellos estipularon en el testamento, y las condiciones expuestas para que la heredera pueda hacerse con los bienes familiares. No me corresponde cuestionar sus razones —responde el abogado mirando con reclamo al canoso al cual conoce de hace tiempo, y por esa razón se apresuró a ir a la empresa.
—Sí lo haré, ¿Cuándo es la fecha de la boda? —pregunta la mujer alzando su rostro con decisión, dispuesta a defender el legado se su familia, incluso aunque deba hacer el sacrificio de casarse con quien sea ese tipo.
Santiago Di Stefano sale del despacho de su abuelo con el rostro convertido en una mueca de rabia, usualmente suele tener el control de sus emociones, pero esta vez simplemente la indignación lo ha desbordado.
—¡Ven aquí, muchacho, que no he terminado contigo! ¡Vas a casarte con Sofía Jaque por el bien de la familia, si no lo haces te declararé un traidor y te daré la muerte de uno! —sentencia un elegante anciano caminando detrás de él ayudado por un bastón de cabeza de plata.
—¿Yo un traidor? ¿Por no querer permitir que esos Jaque te extorsionen por haberte salvado la vida? —cuestiona Santiago volteándose para enfrentar a su abuelo, no pudiendo creer que se atreva a tildarlo de tal manera cuando lo único que ha hecho siempre ha sido velar por el bien de la familia.
—¡Si la memoria no me falla, aún sigo siendo la cabeza de la familia Di Stefano, de la más grande familia de la mafia italiana. Lo cual significa que cuando doy una orden, esta debe cumplirse! ¿O acaso te estás rebelando contra tu abuelo y jefe? —interroga el anciano endureciendo su expresión al punto de que incluso su nieto baja la cabeza con reverencia.
—No, no lo es. Si es lo que crees que es mejor para nuestra familia, lo haré —acepta el nieto apretando los puños con rabia a los lados de su cuerpo, pensando que tanto esa Sofía como sus padres solo buscan sacarle provecho a la situación, algo que él no piensa permitir.
Tony observa con placer los restos de la criatura que se desintegran en una sustancia negra burbujeante, como si ese cuerpo entendiera que no pertenece a este mundo. Debe reconocer que si alguien allí arriba no se hubiera apiadado de él, el resultado hubiera sudo muy diferente. Aunque en parte sabe que no debería sorprenderle, no es la primera vez que es auxiliado milagrosamente, sabe bien que alguien allá arriba está ensañado en mantenerlo con vida. Como aquel día en Chipre…—¡Nooo, mi bebe nooo! ¡No pueden abandonarlo! —grita una mujer desesperada corriendo para ingresar a su casa.—¡Por favor señora, no puede entrar, es peligroso! —trata de convencerla Flores agarrándola de la cintura mientras ella se revuelve tratando de escapar.—¡Mi bebe, mi bebe! —solloza la mujer dejando correr las lagrimas por sus mejillas.—¿Qué sucede Flores? —pregunta Tony acercándose a esa escena.—Esta mujer quiere volver a entrar a la casa, se ha confirmado la presencia de dos rebeldes adentro. Pero
Al oír el zumbido de una nave acercándose Gisel y Juan comienzan a correr hacia un árbol frondoso de un pequeño monte, el muchacho logra trepar sin mucho esfuerzo por las ramas, pero al ver que su compañera parece tener esfuerzo incluso para levantar la pierna , vuelve a bajar para ayudarla a subir.—Lo siento, creo que no he trepado a un árbol desde… bueno… creo que nunca lo he hecho… —confiesa Gisel avergonzada pisando las manos de Juan que las ha entrelazado para impulsarla hacia arriba.—Se nota, solo intenta no pisarme la cara —responde el muchacho viendo el zapato pasando a centímetros de su nariz.—Hemos recorrido una muy buena distancia, casi la mitad del camino diría yo. Esperaba estar cansada, no suelo caminar o salir mucho de mi casa —dice Gisel sentada en una gruesa rama no pudiendo guardar silencio.—Sí, nos acercamos bastante a nuestro destino, creo que sería conveniente descansar antes de continuar. ¿Dices que tus amigos soldados van a la Facultad de Ingeniería? —re
Marcos cae de rodillas en el piso del calabozo sintiendo con indiferencia el golpe en sus rodillas, clava la mirada en la cicatriz de su muñeca que le recuerda cuan vencido se sintió en ese entonces, como se sintió morir, como deseó tanto el silencio de la muerte. Las lagrimas que empañan sus ojos apenas le permiten distinguirla, hasta le parece sentir un escozor, casi una molestia que ruega que alivien.—Estás en la misma situación, o incluso peor. Deja de aferrarte a una vida que solo te ha hecho sufrir, que ha sido siempre injusta y dura contigo —susurra Depresión con la voz carente de emociones.—No, no voy a darme por vencido de nuevo, no voy a dejar que me manipules de nuevo —responde Marcos intentando hablar a pesar de sentir la garganta seca.—Tony ya debe estar muerto en las garras de nuestros rastreadores, tu mundo ha caído sin poder resistir siquiera una semana, la humanidad está a solo un paso de su extinción. Todo acabó, no hay nada que puedas hacer que cambie esto
Al escuchar el grito del Pastor, Kevin y Víctor sueltan las bolsas con provisiones y comienzan a correr hacia donde creen que ha provenido el grito. Cruzan desesperados a través de finos pasillos formados por las estanterías y los restos del edificio, el grito retumba en sus oídos haciendo que sus mentes divaguen con lo que se encontrarán, ¿Será un hombre que los atacó, o quizás un invasor ha aparecido? Víctor que por su cuerpo más delgado ha dejado atrás a Kevin, entorna los ojos al parecerle distinguir al Pastor arrodillado junto a alguien recostado en el piso de mosaicos, al estar a solo unos pasos de sus compañeros su corazón parece detenerse al notar bajo la luz de la linterna un charco de líquido debajo del que ahora es capaz de reconocer como Bernardo. El escritor baja la velocidad arrastrando sus últimos pasos, siente como si cada pizca de energía lo hubiese abandonado, escuchando solo el sonido de su respiración recorre los últimos pasos mirando con impotencia al Pastor que
Mabel pone una manta de lana sobre los dos niños que se han dormido en un colchón que han formado con ropas que habían recolectado en el sótano para donar a las familias de pocos recursos. Acaricia con cariño los cabellos de su pequeño sonriendo con un poco de melancolía, siempre había escuchado que ningún padre debería sepultar a su hijo, pero ella ni siquiera tuvo esa oportunidad, no tuvo la oportunidad de despedirse. Su esposo le había dicho la noche anterior que si Víctor pudo sobrevivir, sus hijos aún podrían estar con vida, pero ella sabe la verdad, su instinto materno le dice que ellos ya no están. Sabe que no tiene sentido aferrarse a una esperanza sin sentido, debe ocuparse y proteger de los que aún están a su lado, a pesar de que cada mañana parece más difícil levantarse, pero no puede derrumbarse, su hijo y su esposo dependen de ella, la necesitan, y eso es lo que le da un sentido para seguir.—Ya se han quedado dormidos, para cuando despierten ya los demás van a estar de
Barrios y Sánchez apuntan con sus armas a la criatura que permanece junto al cuerpo decapitado de Rivas, mientras que Norman y Tony dirigen sus armas al otro ser que ha aparecido intentando tomarlo por sorpresa. Retienen el impulso de llorar ante la pérdida de otro camarada, pero no pueden darse el lujo de empañar su vista con lagrimas. Esas cosas parecen muy diferentes de los murciélagos a los que han matado con facilidad, y probablemente sean mucho más difíciles de matar. —Fuego escape! —ordena Tony comenzando a descargar el cargador del arma en la criatura a medida que retrocede con pasos lentos.Los soldados no dudan en acatar la orden de su líder, con furia balean a ambas criaturas alejándose paso a paso para poner la mayor distancia posible entre esas cosas y ellos. El olor a pólvora y los cañones humeantes de las armas llenan el aire, un aire que se llena también de tensión por esos soldados que aprietan los labios al ver que las criaturas no caen, los cuerpos de las bestia
Último capítulo