Los días siguientes a la conferencia de prensa se convirtieron en un torbellino. Las redes sociales estaban llenas de comentarios y reacciones, tanto de apoyo como de oposición. Algunos trabajadores compartían sus propias experiencias, mientras que otros defendían a Al-Fayed. Sin embargo, lo que más preocupaba a Agatha era el silencio de la alta dirección de la empresa.
A pesar de la creciente presión, Al-Fayed no se había manifestado directamente ante sus empleados. Eso cambió un día soleado cuando se convocó una reunión de emergencia en la oficina. Todos los trabajadores eran obligados a asistir, y Agatha sintió un escalofrío recorrer su espalda al imaginar lo que podía estar planeando.
La sala de conferencias estaba llena de empleados inquietos, intercambiando miradas nerviosas. Cuando Al-Fayed finalmente entró, su presencia era como un rayo oscuro en la habitación. Llevaba un traje impecable, y su rostro mostraba una mezcla de enfado y desdén.
“Gracias por venir,” comenzó, su voz