—¿Así que cuidaste especialmente de su hermana cuando la encontraste? —Sergio finalmente entendió y, levantando una ceja, comentó—. ¿Por qué no se lo explicas a Iliana?
—Ella siempre sospecha que tengo algo con otras mujeres, —David resopló—, no me escucharía, por más que tratara de explicarlo.
David tomó otro trago de brandy.
La muerte de Bianca siempre fue un tema del que no quería hablar. En los últimos años, solía soñar con ella siendo devorada por las llamas.
Pero ahora que Mauricio mencionaba este asunto, no se sentía tan mal como antes.
La noche anterior, durante una pelea, Iliana había cortado su coleta que llevaba años conservando, y de alguna manera se sintió aliviado, como si hubiera dejado algo atrás.
Estaba enfadado porque Iliana le daba la espalda y no confiaba en él.
Por alguna razón, a pesar de haber estado casados más de cuatro años y compartir la misma cama cada noche, siempre sintió que Iliana era algo irreal.
De hecho, esa mañana se había arrepentido.
Fue en coche a