Capítulo 22.4: Un espacio para dos.
― ¡Ah! ¿Es usted el alfa Benedetti? ―preguntó el hombre con entusiasmo
―Así es, soy yo ―dijo Dante con amabilidad
―Oh, por favor, ¡pasen! ―exclamó el hombre apresurándose a abrir la puerta del edificio para ambos
―Gracias ―dijeron Anna y Dante a la vez
―Habíamos pensado que ya no vendría, por eso mi colega se fue a descansar ―dijo el hombre corriendo directamente al escritorio de recepción ― ¡Maurice! ―gritó al mismo tiempo que golpeaba la campanilla ― ¡Maurice, es el alfa! ―exclamó sin dejar de hacer sonar la campanilla
―Por Selene, qué escandalo ¿qué demonios quieres Carl? ―gruñó un joven tras abrir la puerta de lo que parecía una pequeña oficina
―Maurice, es el alfa… ―gruñó el tal Carl
― ¿Qué alfa? ―preguntó el joven tallándose los ojos ―Si hablas del alfa Volker, él llegó a las cuatro, justo después de mi cambio de turno con Lauren ―
Ante la mención de aquel alfa, Anna y Dante intercambiaron miradas.
― ¿Lo sabías? ―le preguntó ella en un susurro
―No ―admitió él
―Por la sagrada dio