Capítulo 10.4: Te necesito.

Ante sus palabras, Anna sonrió y continuó devorando su emparedado, el cual no tardó en desaparecer al igual que el de Dante, quien no perdió el tiempo y sugirió probar las delicias de fresa.

Deseosa por hacerlo, Anna accedió, sin embargo, lejos de solo probarlas, la joven loba acabó con todas.

―Menos mal que compramos los chocolates ―gruñó Dante antes de meterse uno a la boca

―No me culpes, amo los dulces de Melba ―dijo Anna comiéndose la última fresa

―Lo sabía, lo que no sabía era que amabas más esas fresas que a mí ―gruñó Dante

―Espera, ¿estás celoso de las delicias de fresa? ―preguntó Anna arqueando una ceja

―Jamás dejaré que Melba las vuelva hacer ―gruñó Dante girándose hacia ella ― ¿Estás lista para correr, nena? ―preguntó sujetando el rostro de la joven con sus dos manos

―Aún no ―susurró Anna

― ¿Qué te hace falta? ―

―Que me beses ―ronroneó ella

Obediente, Dante sonrió y capturó sus labios en un dulce y tierno beso que la hizo estremecer.

―Mmhm, sí, ahora estoy lista ―masculló An
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