" El sol brillaba alto en el cielo, dispersando sus rayos a través de la espesa copa de los árboles que se alzaban alrededor mío. Estaba tendida en la suave tierra del bosque, la hierba fresca acariciando mi piel mientras mis ojos recorrían el vasto azul del cielo. La luz del día se filtraba de manera perezosa a través de las hojas verdes, evitando tocar mi rostro, como si el bosque mismo quisiera protegerme. Las sombras de los árboles jugaban a crear patrones de movimiento sobre la tierra, mientras una suave brisa hacía susurros en las ramas, trayendo consigo un aroma fresco y terroso.
"Es perfecto para un día de campo", pensé, sintiendo la tranquilidad que solo el bosque puede ofrecer. Me senté lentamente, apoyándome en las manos para levantarme. El aire fresco me envolvía, y por un momento, no había nada más en el mundo que la calma del lugar y el murmullo lejano de la naturaleza.
De repente, sentí cómo unos brazos firmes rodeaban mi cintura, y antes de que pudiera reaccionar, me